En “La luz horizontal” se narra el viaje del
protagonista, con su familia, a la lejana Islandia, un país que siempre había
ocupado un lugar destacado en el mundo de sus sueños y que por fin se hacía
realidad. Pero además, este viaje no iba a ser como el del clásico turista
(tipo rebaño) sino que iban a tener como guías especiales a una pareja
islandesa e iban a poder conocer de primera mano cómo era la vida de los
islandeses.
Las diferencias culturales y geográficas entre estas
dos culturas, en un entorno no exento de humor, se van poniendo de manifiesto a
lo largo de esta novela, haciéndonos reflexionar sobre aquello que es realmente
importante en la vida.
Tras el viaje se produce la explosión del volcán
Eyjafjallajokull (un paraje que habían visitado) y una crisis económica nunca
vista sacude los cimientos de esta sociedad. Un anexo de artículos y
comentarios sobre estos acontecimientos posteriores nos amplían la visión sobre
Islandia y su poder de recuperación.
Pero todo viaje de aventura que se precie necesita de
unos personajes a la altura de las circunstancias y esos personajes deben tener
unos nombres de batalla que los identifiquen y distingan para la posteridad.
Nuestro protagonista, al que con frecuencia llamaban
“Tin” comenzó así el viaje. Sin embargo nada más llegar, su amigo islandés,
Daniel, le cambió el nombre cuando –al ver cómo sus cuatro pelos se levantaban
por el constante viento- le dijo: “Tienes pelos de susto”. Aquello les hizo
tanta gracia que desde entonces “Tin” se convirtió en “Pelos de susto” y así
será como lo llamemos a partir de ahora. Si este nombre puede ser apropiado en
cualquier lugar –porque cada vez que hace viento se le levantan los cuatro
pelos- en Islandia es más apropiado que en ningún otro sitio, porque allí el
viento siempre está presente.
Para su mujer se buscó un nombre que guardase también
algo de relación con Islandia, un país identificado con la caza de ballenas, y
precisamente el bañador que usaba ella era de color negro como las ballenas, y
aunque la báscula no reflejase las toneladas de peso de cualquier cetáceo que
se precie, sí que era la menos delgada de la familia. Para darle más énfasis,
más rotundidad, se unió esta idea con la saga “Terminator” por lo que la mujer
de “Pelos de susto” pasó a llamarse “Ballenator”.
Después llegó el turno a la hija mayor y se buscó algo
que la caracterizase. Su pelo tenía una tendencia natural a rizarse y pasaba
horas y horas planchándolo para alisarlo; sin embargo bastaba una sola gota de
agua o humedad para que ese pelo alisado se convirtiese de repente en una
melena ensortijada; con la humedad sufría una mutación instantánea como si de
un Gremlin se tratara. Cuando esto sucedía, les recordaba la melena de Mufasa,
el Rey León; y claro, en Islandia donde la lluvia y la humedad son constantes,
el “efecto Mufasa” iba a ser determinante; por ello decidieron ponerle de
nombre “Mufi”, el diminutivo de Mufasa.
Finalmente llegó el turno a la hija pequeña, a la que
tampoco costó mucho trabajo dar con un nombre de guerra para la aventura. Era habitual
encontrarla en el salón viendo la televisión y entre sus manos un enorme bol
con cualquier cosa comestible que hiciese un sonido de “crunch” al morder.
Parecía un roedor como, por ejemplo, una marmota mordisqueando (nunca se metía
una pieza de snack completa en la boca, por muy pequeña que fuese esa pieza;
siempre la tenía que morder y partir en trocitos más pequeños). De ahí que
espontáneamente surgiese la frase: “ya está marmoteando”. Como no podía ser de
otra forma, su nombre para esta aventura fue el de “Marmota”.
Con los nombres de guerra elegidos, ya sólo quedaba
comenzar la aventura en ese país lejano en donde todo es diferente, hasta la
luz, una luz horizontal que permanece siempre fija en el horizonte.
“La luz horizontal”
124 páginas. Tamaño 15x21 cms.
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