Para terminar esta recolección de poemas de Gaspar Fisac Clemente, incluimos este que -aunque no fue escrito por él- sí que fue dedicado a él por su hermana Mercedes Fisac Clemente con la dedicatoria “A mi querido Gasparito”. Lo comenzó a escribir en 1933 y, por unas cosas y otras, no lo terminó hasta un año más tarde.
I
Hace poco más de un año
que tenía en la cabeza
unos versos preparados,
para que en “Vida Manchega”
hubieran sido insertados,
dándote la enhorabuena
por haber inaugurado
en Daimiel esa botica
y ejercer de boticario.
Una alegre circunstancia
me privó de este regalo:
Nació entonces Matildita...
y tus versos... se marcharon;
quise y no pude traerlos
a mis pensamientos varios
(los de la niña venían
entonces todo a ocuparlo).
A la par quise escribirlos.
A la vez quise dictarlos.
Empecé por los de aquella...
y ya los tuyos... ¡volaron!
El metro ya no venía,
el tiempo se fue pasando.
Yo quedé con el deseo.
¡Los versos... sin principiarlos!
II
Y ahora acude a mi mente
aquél recuerdo tan grato
de la noche en que naciste
y te contemplé tan guapo,
- liadito en la toquilla
que yo le compré a los Carlos
en la tarde de aquél día –
(toquilla que ya ha gastado
nuestra sobrina Conchita
y Matilde ha terminado).
Hoy que pienso que mañana
vas a cumplir treinta años,
y yo que te llevo quince
y eres mi pequeño hermano,
como la pluma que corre
o casi vuela en mis manos,
para enviarte en mi carta
mi más efusivo abrazo,
y contarte, Gasparito,
lo que pasó este verano.
III
Iba yo después de Misa,
una mañana temprano
(si temprano es a las ocho
en el tiempo de verano)
y al ir de una calle a otra
y por la plaza cruzando,
te vi con tu bata blanca
en la botica ocupado
en despachar las recetas
y en trajinar con los frascos.
Pensé en la pasada infancia
y en el presente, pensando...
“¿Pero es posible –me dije-
que este niño esté criado?
¡Si hace nada que eras chico
y terminabas el grado!
¡Ay si lo viera mi abuela
que siempre estaba esperando
el remedio a su reuma
cuando él fuere boticario!”
Y aquí tuve otro recuerdo...
más sentido y más amargo...
(si lo sabes, Gasparito,
¿para qué voy a nombrarlo?
¡Haz obras buenas por ella,
que en el cielo está gozando!).
IV
Refiriéndome a los versos,
que pensé el año pasado,
recuerdo bien el motivo:
tu cargo de boticario.
Era el decirte que fueras
caritativo... y simpático,
lo primero Dios lo manda,
lo segundo pide el cargo.
Siempre que des medicinas
alienta también los ánimos,
que a veces la fe en tomarlas
suele al enfermo curarlo.
Siempre buenas medicinas,
siempre palabras de agrado,
y caricias a los niños
y... dispensas en el pago...
(menos al Ayuntamiento,
que es el que siempre da el palo).
Además, ¡hay tantas cosas,
tantos esfuerzos privados
que pueden en las farmacias
llevarte hasta ser un santo...!
¡Cuidado con los compuestos!
¡Ojo siempre con los gramos!
¡Fuera lo que dañe el alma!
¡“Mens sana in corpore sano”!
V
Ya termino, Gasparito,
¡que Dios te de muchos años
de vida próspera y larga
en un hogar saturado
de cariño y de alegría...
dentro... dentro de este año!
(Ya eres hombre casadero
y te honra tu trabajo)
Que... si dejaste tu casa
y otro hogar has encontrado,
con el amor de familia
en mi tías concentrado,
hora es también de que formes
con un ideal cristiano,
otro hogar por Dios bendito
y a su gloria dedicado.
Esto a Dios pido, hijo mío,
al cumplir 31 años,
para que en el matrimonio
y en la botica... seas santo.
y en la botica... seas santo.
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