Cuando se descubre un satélite no se le pone nombre sino que
se le asigna una referencia, de la siguiente forma:
1.- Se pone una “S” de satélite.
2.- A continuación una barra y el año de su descubrimiento.
3.- Después se pone la inicial del planeta en torno al cual
orbita.
4.- Y finalmente se le añade el número de orden en que se
descubrió ese año.
Así, por ejemplo, S/2003 J3 quiere decir que es el tercer
satélite de Júpiter que se descubrió ese año. Para que tenga un nombre como es
debido, hay que esperar a que se digne a ello la Unión Astrofísica
Internacional.
Estas y otras curiosas informaciones puedes leerlas en
“Planetas y satélites”, una revisión completa de nuestro sistema solar:
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