domingo, 2 de abril de 2017

Broma suicida

Las bromas siempre han estado a la orden del día, aunque la que gastó una vez mi compañero Pedro Gomariz fue realmente suicida. Trabajaba entonces en un laboratorio farmacéutico que tenía su sede en Alcalá de Henares, lo que significaba que todos los días teníamos que hacer más de 30 kilómetros de carretera para ir al trabajo y otro tanto de vuelta. Aunque había un autobús de empresa que llevaba a los empleados que quisieran utilizarlo, algunos de nosotros preferíamos compartir coche y nos íbamos turnando de tal forma uno ponía el coche cada dos o tres días y otros dos o tres compañeros íbamos en dicho coche.

Aunque mi corazón está a prueba de sustos (no en vano soy del Atleti) esta anécdota sucedió antes de que yo me incorporase a este laboratorio y por consiguiente yo no iba dentro de ese coche. Sucedió así:

Regresaban del trabajo en el coche conducido por Paco Martínez Durá, otro compañero y el ínclito Pedro Gomariz, el cual iba sentado detrás. Con gran sigilo infló un globo y cuando estuvo lleno de aire lo soltó dentro del coche. Lógicamente el globo salió disparado en todas direcciones, dentro del reducido habitáculo del coche, dando un susto casi mortal al conductor y al copiloto cuando vieron que algo volaba a toda velocidad dando vueltas y revueltas dentro del coche haciendo “fsssst!”.

El conductor dio varios volantazos y a punto estuvo de salirse de la carretera o de estrellarse contra otros coches, aunque milagrosamente no pasó nada, sólo el susto (primero), el cabreo (después), la cesación de la taquicardia (más tarde), y (finalmente) la risa al recordarlo y comprobar que seguían vivos y podían contarlo.

Yo también tuve ocasión de ser testigo de otras bromas de Pedro Gomariz, aunque no tan suicidas como aquella. En una ocasión echó un poco de pólvora en el cenicero de Paco Martínez y cuando este fue a apagar el cigarrillo, ya puedes imaginarte la tremenda llamarada que surgió que casi le quema los dedos. Esas eran las cosas de Pedro, pero era tan alegre y tan simpático que todo se le perdonaba... si vivías para hacerlo.

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