Comienza el viaje en Portugal. Ya para empezar, nos da esta
maravillosa imagen de Portugal, en la que dice: “Represéntaseme Portugal como
una dulce y hermosa muchacha campesina que, de espaldas a Europa, sentada a
orillas del mar, con los descalzos pies en el borde mismo donde la espuma de
las gemebundas olas se los baña, los codos hincados en las rodillas y la cara
entre las manos, mira cómo el sol se pone en las aguas infinitas. Porque para
Portugal el sol no nace nunca: muere siempre en el mar que fue teatro de sus
hazañas y cuna y sepulcro de sus glorias”.
Prosigue después con un lamento de ¿por qué esa falta de
comprensión entre España y Portugal siendo hermanas? Es este en realidad un
gran problema; que dos naciones geográficamente unidas estén tan dispares en
sus ideales. Unamuno parece entonces defender a Portugal, y nos habla de los
aspectos en que Portugal es superior a nuestra España. Destaca entre ellos la
originalidad de la literatura portuguesa. Comienza por Eugenio de castro, y
acaba con Teixeira de Pascoaes. El pueblo portugués, para él, tiene un doble
aspecto: “Portugal campesino, resignado y sencillo. Portugal heroico y noble”.
A Unamuno le gusta mucho hablar con los amigos. Se encuentra
entonces con Teixeira de Pascoaes, del que dice: “Encerrado en su torre de
bruma y de silencio, es un corazón sonámbulo”. Hace con él algunas escapadas
por los alrededores, y Teixeira le enseña a saber contemplar la belleza de
todos los paisajes. Lee entonces Unamuno su libro “Las sombras”, y nos hace un
completo estudio de dicha obra, destacando sobre todo que la exaltación del
idealismo lleva a la naturaleza.
Después de esto, Unamuno quiere darnos a conocer algunos
aspectos del estado político de Portugal. Acontece por esas fechas el asesinato
del rey Don Carlos, al que se le achacaba la falta de amor a su pueblo. En el
comentario sobre el suceso, quiere destacar Unamuno de una manera especial, la
bravía de los mansos, como llama a los portugueses.
Comenzó Unamuno a decir todos los aspectos positivos de
Portugal; no quiere sin embargo que se ignoren los negativos. No obstante,
trata de dar una explicación lógica a estos aspectos negativos cuando alega
que: “Esta enorme tristeza, este arraigado pesimismo, arranca de la falta de un
elevado ideal colectivo”.
Pasa después al aspecto religioso de Portugal, y dice que
“Las Luisiadas” de Camoens, apenas si son un vago reflejo de la vida religiosa
y campesina portuguesa.
Miguel de Unamuno prosigue su viaje por tierras portuguesas,
y se dirige a la bella ciudad de Espinho, a la que se está tragando el mar.
Destaca la gran belleza de sus paisajes, cuando dice: “El campo y el mar
verdes, como se abrazan y mezclan bajo el cielo azul, ofreciéndonos la más fiel
imagen de este Portugal campesino y marinero que con los leños de sus bosques aró
los más remotos océanos”; y nos cuenta la vida campesina y marinera de esta
ciudad.
Se dirige después a Braga, y hace un recorrido por la
ciudad, visitando los monumentos más bellos. Entre estos destaca “El Buen Jesús
del Monte”, principal atracción turística de esta ciudad. Nos describe el
misterioso encanto de sus paisajes diciendo: “Allí sus cascadas, su gruta con
estalactitas y estalagmitas artísticamente colocadas como los cabellos de una
doncella”.
Como dije al principio, para Unamuno ningún paisaje es feo;
podrá parecérnoslo, pero al conocerlo mejor siempre acabará gustándonos. Esto
le pasa al visitar el pueblo de Guarda: “Aquella ciudad que allá en lo alto,
sobre la montaña, levanta sus torres contra el cielo”. Decide, pues, tan sólo
por curiosidad, dirigirse allí y nos la describe por dentro diciendo: “Fría,
ventosa, húmeda, fea, denegrida y fuerte, que vigila a España”. Pero hace trato
con sus habitantes, y logra por fin, sacarle sus encantos.
Su última visita es para la capital y el monasterio de
Alcobaça. En Lisboa visita el monumento a Eça Queiroz, y critica su fatídica
doctrina en la que dice que “la felicidad está en un egoísmo inteligente”; y
dice también para despedirse, unas palabras tristes y desconsoladoras, pero
crudamente reales; estas palabras son: “Pese a lo que pueda parecer, Portugal
es un pueblo triste, y lo es hasta cuando sonríe”.
(Continuará)
(Continuará)
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