Ya sabíamos que La Mancha es una región importante; no en
vano allí se desarrolla la obra cumbre de la literatura universal (“Don Quijote
de La Mancha”), bueno, y también alguna de mis novelas (“El dulce gorjeo del
buitre en celo”) e incluso cuenta con su propio diccionario (“Diccionario
Daimieleño – Español”). Sin embargo, lo que muy pocos saben es que La Mancha
tiene una estación de tren (ver foto) en la mismísima capital de Bélgica. Para
los incrédulos, aquí tienen la foto que yo mismo tomé en Bruselas.
Lo único que extraña de esta estación es la eterna
inmovilidad de sus viajeros, parados, quietos, como si jamás deseasen partir
conocedores de lo bien que se está en La Mancha. Puede que esa sea la razón,
aunque también habría que apuntar que tanto los viajeros como la propia
estación son una reproducción en miniatura que se encuentra en un parque de
“Europa en miniatura” situado junto al famoso Atomium. Pero, dicho esto,
resalta más aún la importancia de La Mancha, una de cuyas estaciones típicas de
tren ha sido elegida para compartir protagonismo con la torre Eiffel, el Arco
del Triunfo, la catedral de Lyon, el Vaticano...
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