miércoles, 12 de marzo de 2025

Los sueños se pueden hacer realidad

Tenía siete años y al pasar por los puestos de la feria de mi pueblo (Daimiel, Ciudad Real) no me fijé aquél día ni en los juguetes, ni en las golosinas, ni en las atracciones… algo me atrajo desde un modesto tenderete reclamando toda mi atención y el deseo de conseguirlo. Así se lo hice saber a mi padre: No quería que me comprase ningún juguete, ni quería comer ninguna golosina, ni quería montar en ninguna atracción… lo que yo quería era aquello: un pequeño libro que se titulaba “Islandia, entre el fuego y el hielo”.
 
Como era barato y eso de leer es algo que siempre se debe fomentar en los niños, mi padre me lo compró gustoso. Así pude regresar a casa todo contento con aquél pequeño universo de paisajes lejanos en donde la Naturaleza (con mayúscula) es protagonista, donde el planeta Tierra nos sigue demostrando que está vivo y nosotros somos pequeños e insignificantes seres que lo poblamos (más bien lo parasitamos).
 
Por las tardes me gustaba subirme a las ramas de un almendro y allí, en comunión con la Naturaleza, me dediqué a leer una y mil veces aquél libro y a soñar con aquellos paisajes… y también con sus gentes. Nació así mi pasión, mi devoción, por los países nórdicos. Y –según fui descubriendo después, poco a poco, a través de otras muchas lecturas- no sólo me atraía su poderosa Naturaleza sino también sus gentes: honradas, trabajadoras, solidarias… quizás poco comunicativas, pero sinceras siempre y dispuestas a ayudar a sus semejantes en todo momento.
 
Soñaba con viajar de mayor a aquellos países lejanos, conocer sus gentes, compartir sus vidas, y… ¿sabéis qué pasó? Que cuando se sueña con tanta intensidad, los sueños se hacen realidad.
 
En mi caso, la empresa farmacéutica para la que trabajaba (Zéneca) se fusionó con un laboratorio sueco (Astra) y esa nueva empresa anglo-sueca (AstraZéneca) me permitió viajar muchas veces a Suecia, una vez a Noruega y otra vez a Finlandia. Y como ganaba mucho dinero (porque también trabajaba mucho y bien) viajé por mi cuenta en plan de vacaciones a Islandia (una vez), a Finlandia (una vez más) y a Noruega (cinco veces más). Y ¿sabéis una cosa? En la mayoría de esos viajes me encontré con amigos islandeses y noruegos a quienes había conocido previamente por carta, me invitaron a sus casas y compartí con ellos su modo de vida, sus costumbres. No viví aquellas experiencias como turista… sino como amigo. Amigo de aquellas buenas personas, amigo de aquellos maravillosos lugares.
 
Los sueños, cuando se sueñan con mucha intensidad, se pueden hacer reales si al mismo tiempo pones de tu parte y te esfuerzas en trabajar y en facilitar las cosas al destino.
 
¿Quién le iba a decir a aquél niño que, subido a las ramas de un almendro en su pequeño pueblo, iba a ver hechos realidad sus sueños algún día?
 
Persigue tú también tus sueños… pero luchando siempre por ellos, porque nada viene regalado; las cosas hay que ganárselas.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Reflejos de Islandia”: https://www.amazon.es/dp/B0875VXKPX

 

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