Ya
no existen los casetes, ya no existen los vídeos VHS, ya no existen los
carretes de fotografías, ya prácticamente no existen las cabinas telefónicas… y
ya no existe el “Vademécum Internacional”, ese magnífico libro tan ansiado por todos
los médicos españoles, en donde se recogían los medicamentos comercializados en
nuestro país con su correspondiente ficha técnica para que cualquier especialista
pudiese consultarlo antes de prescribir algo nuevo a cualquiera de sus
pacientes.
La
“Biblioteca Fisac” conserva el último ejemplar que se editó y que fue en el año
2009 coincidiendo con su 50 aniversario, vamos, más o menos como el estadio
Vicente Calderón, del Atlético de Madrid que, tras 50 años vio cómo se demolía
y se trasladaban sus moradores a un nuevo escenario.
La
Editorial Medicom (antes Editorial Daimon) fue su responsable y cabe reseñar
que allí estaban casi todos los medicamentos (sobre todo los de prescripción)
así como también productos y artículos de parafarmacia y métodos de
diagnóstico, y eso a pesar que los laboratorios debían pagar dinero para que
sus productos apareciesen allí. Pero ese dinero se consideraba como un gasto
necesario, como una inversión, porque no estar allí era como no existir, y los
médicos lo utilizaban a diario y no les daba vergüenza sacar a veces el libro
en mitad de una consulta para consultar allí cualquier cosa sobre el
medicamento que iban a recetar al paciente, tal era el prestigio y el
voluminoso y bien cuidado aspecto que ofrecía este libro. Era algo así como
cuando un abogado echa mano de un ejemplar de su librería para, con docta
mirada, repasar algún antecedente que siente jurisprudencia en aquello que se
está litigando.
Ahora,
desde hace ya unos cuantos años, el mundo digital está barriendo al mundo de papel.
Por eso, este último ejemplar de aquél histórico “Vademécum” es una reliquia
del pasado.
Este
ejemplar que veis en imagen tiene más de 2.400 páginas y pesa 3 kilos. Digo
esto, porque los médicos nunca lo compraban, se lo regalaban los laboratorios
farmacéuticos y los Visitadores Médicos cargaban a cuestas con estos enormes y
pesados ejemplares para entregárselo a los médicos como uno de los regalos
promocionales más apreciados por los médicos.
Ya que en mi anterior post hablaba de los “negros”, es
decir, de los responsables de Comunicación (Dircoms) de las empresas, los
cuales escriben textos (discursos, artículos, prólogos, etc.) que luego firman
sus presidentes y se quedan tan panchos, hoy traigo a estas páginas otro
ejemplo en donde el negro fui yo.
Se trata del libro “La colegiación necesaria o la navaja
de Ockham”, del Dr. Juan Antonio Abascal Ruiz” que, a la sazón era
vicepresidente del Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza. En este libro de
habla de libertad, ética, estética, juicio, prejuicio y conocimiento, y lo
editó el citado Colegio de Médicos para regalarlo a sus colegiados y a sus
colaboradores, contando para ello con el apoyo de la Organización Médica
Colegial (OMC) en donde yo era responsable de Comunicación.
Como era de esperar, había que ceder al presidente de la
OMC el privilegio de prologar el libro, y como era de esperar… ese trabajo me
correspondió a mí. Por lo tanto, una vez leído el libro escribí lo siguiente:
“Cuando cayó en mis manos este libro. “La colegiación
necesaria”, para escribir su prólogo, pensé que siempre son bienvenidas todas
las aportaciones que demuestren una necesidad tan evidente –pero a veces
ignorada por simple desconocimiento o por intereses contrarios- y con el mejor
ánimo me dispuse a leerlo.
Sin embargo, aún no había pasado del título cuando ya el
subtítulo me dejó perplejo: “La navaja de Ockham”. Hacía alusión al principio
de este agustino que “sentaba la premisa de que no se debía dar nada por
sentado”- Y acto seguido se especificaba “Libertad, Ética, Estética, Juicio,
Prejuicio y Conocimiento”, es decir, nos ofrecía adentrarnos en este asunto
desde todos los imaginables e inimaginables puntos de vista. Parecía evidente
que no estábamos ante un libro al uso y que la forma de abordar algo tan
esencial para nuestra profesión y para la ciudadanía, como es la garantía de
autorregulación, nos iba a ofrecer una perspectiva diferente.
Desde la Organización Médica Colegial hemos reiterado en
numerosas ocasiones la capacidad demostrada de autorregulación o co-regulación
de la profesión médica, de control universal obligatorio, del mantenimiento de
un sistema de alerta permanente contra las desviaciones del ejercicio
profesional; de la necesidad -en suma- de colegiación obligatoria. Y esto debe
ser así, porque de no serlo no podría certificarse para todos, y se escaparían
de la misma todos aquellos que tuvieran algún motivo y no precisamente lícito.
En cualquier caso, siempre es bueno conocer también otras
aproximaciones a este tema fundamental de nuestra profesión y de la garantía
que a través de la colegiación se ofrece a los ciudadanos. Pero además, en esta
obra de Juan Antonio Abascal, se funden el humor, la ironía, el conocimiento,
la documentación, la reflexión… para sorprender al lector y atarlo a esta
lectura que además de hacerle disfrutar le ayuda a contemplar la situación con
ojos nuevos.
Dice el autor que esta es una “obra de jirones” y en
cierto modo lo es por su estructura, pero ese modo de hacerlo facilita su
lectura y ayuda a “digerir” mejor sus planteamientos. Se denuncia en esta obra
·el cinismo incongruente de la sociedad actual” y hasta se permite incluir al
final un glosario de “juicios, prejuicios y falacias de uso frecuente en los
debates”, a los que añade la forma de contrarrestarlos “por si fuera de interés
del lector”.
No se escapa a su visión crítica la propia profesión,
citando, por ejemplo, los bajos índices de participación que se dan en algunos
procesos electorales de los Colegios de Médicos. Señala, con acierto, que “los
líderes colegiales no podemos ampararnos en el desconocimiento o en la falta de
interés en la participación colegial” y añade que “nuestra obligación es dar
cumplida respuesta a la misma”.
La colegiación, como tal, no se pone en duda; al
contrario, reconoce que “se sigue percibiendo como un bien necesario desde la
inmensa mayoría de la profesión”, Por consiguiente la pervivencia de los
Colegios de Médicos como institución sólo puede darse dentro de “la evidencia
de su necesidad real para la sociedad en su conjunto” al que también se une ese
“sentimiento de necesidad de pertenencia” a una base de afiliación que desde hace siglos nos ha movido y nos mueve a
los médicos.
Ante la necesidad social de un ejercicio profesional de
calidad, centrado en el paciente, en la defensa de sus intereses por encima de
cualquier otro interés y condición y de una práctica profesional de calidad,
concluye con la necesidad de una Organización Médica Colegial con vocación de
servicio, comprometida con humanizar el ejercicio profesional de la medicina y
con la defensa del Sistema Nacional de Salud por encima de intereses
partidistas y/o privados. Y eso es algo que todos queremos.
Si la necesidad de colegiación es evidente (como parece
serlo la necesidad de difundirlo y recordarlo), la misma se fortalece con la
lectura de este libro. Eso es lo que recomiendo y en esa tarea estamos porque
no basta con una primera lectura.
Mi felicitación al autor por la iniciativa, tarea nada
fácil que sólo puede realizar un profundo conocedor de la estructura y
principios de la colegiación. También el sincero agradecimiento a Juan Antonio
Abascal por la ayuda inestimable que nos presta con esta obra a la profesión y
muy especialmente a los directivos colegiales”.
Al final, quien firmaba estas palabras era el entonces
presidente de la OMC, Juan José Rodríguez Sendín, y como era de esperar nunca
recibí palabra alguna de agradecimiento por esta aportación. No obstante, aquello
formaba parte de mi trabajo, como así forma parte del trabajo de todos los
Dircoms, auténticos “negros” cuyo trabajo hace brillar a sus presidentes sin
que reciban más agradecimiento que su sueldo a final de mes.
Lo que sí me satisfizo, aparte del trabajo bien hecho,
fue el ejemplar que me hizo llegar su autor con una amplia, entrañable y
cariñosa dedicatoria, agradeciéndome el prólogo que había escrito para su
libro.
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Uno de los negocios de las editoriales es el de realizar
ediciones especiales para las empresas e instituciones, las cuales regalan esos
libros a sus clientes y/o miembros. Dicho libro se utiliza como regalo
publicitario y, en el caso del sector sanitario, en donde existe una estricta
regulación, el libro es un regalo admitido ya que todo libro es igual a
cultura.
En el caso que hoy nos ocupa, tenemos un ejemplar de la
editorial Espasa de la edición especial que realizó para la Organización
Colegial de Enfermería de España, una lujosa edición del libro “Don Quijote de
La Mancha”, de Miguel de Cervantes, con el añadido de numerosas ilustraciones
de José Segrelles, y una letra grande rodeada de amplios márgenes para hacer
más agradable su lectura.
En este tipo de ediciones se suele dejar una primera
página para que el máximo responsable de la empresa o institución que encarga
el libro haga su “introducción” y así engorde su ego. Pero resulta que lo
normal es que quien engorda el ego de ese máximo responsable es su Dircom, es
decir, su responsable de Comunicación, a quien se le encarga el texto que luego
firmará el presidente para llevarse todos los elogios.
Así se decía en esta introducción: “La presente edición
ha sido preparada especialmente para la Organización Colegial de Enfermería de
España. De esta forma, la profesión de Enfermería se suma a la celebración del
cuarto centenario conmemorativo del natalicio de Alonso Quijano quien, nacido
de la insigne pluma de Miguel de Cervantes Saavedra, recorrió las tierras
manchegas en un afán de impregnar su mundo de sueños y utopías; verdades
anticipadas en las que tantos hombres y mujeres se han visto reflejados desde
aquél año de 1.605.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha mantiene
hoy toda su vigencia en cuantos llevados
por la ensoñación, contribuyen a dibujar –como en un boceto- la posibilidad de
un mundo en el que lo diferente, lejos de ser anormal, constituya una nueva
forma de hacer y en el que la tolerancia basada en el respeto por esa
diferencia se sitúe en el centro de la vida social.
La Enfermería española, representada por su Organización
Colegial, aporta así su personal visión de este cuarto centenario a través de la
belleza de un texto acompasado con las más expresivas imágenes que puedan acompañar
ese espíritu quijotesco. Un espíritu que, no por estar al otro lado de la razón
podemos aventurarnos a tildar de irracional”.
Este texto venía firmado por el entonces presidente de
esta organización, Máximo González Jurado; sin embargo estoy casi seguro que no
lo escribió él sino su director de Comunicación, Íñigo Lapetra. A este buen
Dircom hay que agradecerle, pues, sus palabras y de ellas destaco en especial
su visión de futuro (esto lo escribió en 2005) cuando habla de “la tolerancia
basada en el respeto” la cual ha de situarse “en el centro de la vida social”,
tal como hoy se nos está imponiendo desde todos los órganos de influencia, ya sean
políticos, sociales e incluso deportivos. Mi aplauso, pues, para este “negro”.
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Tener entre tus manos ejemplares únicos (o casi) supone
un placer indescriptible para los amantes de la Literatura (con mayúscula).
Como no es frecuente tener ese privilegio, Ediciones Turner tuvo la feliz idea de
sacar su “Colección Itálica” en la que ofrece una selección de títulos que
respeta sus primeras ediciones, y lo hace además mediante una tirada muy
reducida y numerada.
En esta ocasión nos vamos a referir a la novela “El
coronel no tiene quien le escriba” de Gabriel García Márquez, cuya primera
edición se remonta al año 1961. Sin embargo, la primera vez que apareció ese
texto fue en el año 1958 publicado por la revista “Mito” (Bogotá, Colombia).
Ese mismo texto, tal cual apareció en esa revista, aunque
corrigiendo las erratas tipográficas, es el que ha quedado reflejado en esta
edición especial que consta de 500 ejemplares numerados y cuyo ejemplar número
308 se conserva en la “Biblioteca Fisac”. Una ocasión única de leer una novela
tal cual quedó antes de que se sacase su primera edición impresa y que
Ediciones Turner ha hecho posible con su “Colección Itálica”.
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Ya hemos visto por aportaciones recientes a este blog,
cómo la historia del mundo se puede contar de una forma amena a través de fascículos
que luego forman una enciclopedia de fácil lectura y localización de datos;
pero hay otra forma de contar la historia que es simplemente a base de
fotografías, claro que para ello hay que estar en primera línea durante muchos
años para recoger con la cámara esos momentos cruciales en la vida de un país.
La agencia de noticias EFE demostró cómo era posible
“mirar” la historia de España y enterarse de lo más importante, sin necesidad
apenas de leer, sólo a base de fotografías con un pequeño texto descriptivo al
pie de las mismas.
En el año 1999 publicó el libro “España: La mirada del
tiempo” subtitulado “EFE 60 años: 1939-1999”. Conmemoraba con este libro sus
primeros sesenta años de existencia, y demostraba al mismo tiempo cómo EFE
había sido testigo presencial de los acontecimientos más relevantes de nuestra
historia los cuales había reflejado no sólo a través de sus crónicas y noticias
sino también a través de oportunísimas fotografías que recogían esos momentos
críticos y representativos de los sucesos.
No fue una tarea fácil, ya que como ellos mismos
reconocen se trata de “fotografías seleccionadas entre los 12 millones de
documentos gráficos que el archivo gráfico de la agencia EFE conserva”.
Este libro nunca estuvo a la venta sino que se regaló a
los amigos y colaboradores de la Agencia EFE, entre los cuales me encontraba
como responsable de Comunicación de uno de los laboratorios líderes de la
industria farmacéutica mundial.
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