Fue
mi maestro y amigo, el que guió mis primeros pasos en el maravilloso mundo de
la poesía. Como Catedrático de Lengua y Literatura dedicó toda su vida a la
enseñanza, primero en Zaragoza y más tarde en Zamora. Ahora, bien ganada la
jubilación, sigue viviendo en Zamora y yo sigo aquí recordando con cariño todo
lo que me enseñó.
Por
ejemplo, me animó desde el principio a que me atreviese con todo tipo de
composiciones puesto que no se puede lograr mejorar en nada si no es con
esfuerzo. Gracias a él comprendí también que la belleza de la poesía está en la
traslación sencilla de los sentimientos, que no son necesarias la métrica y la
rima, pero sí el ritmo y el corazón.
A
la hora de elegir alguna poesía suya para compartir con vosotros, me he
decidido por estas dos, dos acrósticos. El primero se titula “Un mes y tú
tranquilo”, y me lo dedicó “al mes de saber que tú también haces poesías”; el
segundo se lo dedicó a su novia –que luego sería su mujer- y lo compartió conmigo,
como tantas otras cosas:
UN
MES Y TÚ TRANQUILO
Vas
sudando la lucha serena,
Intranquila,
del tiempo,
Con
las manos abiertas al mundo,
Estrenando
la vida y la sangre,
Nacida
de la luz tan de repente.
Trampa
abierta en tu paz
Entre
tu asombro de joven que renace.
Fuego
que hiela las entrañas niñas,
Inútiles
aún, a punto siempre,
Siempre
esperando,
Acaso
sin saberlo,
Con
los ojos alegre un primer llanto.
MARIBEL
Mírame
estas manos que te llaman siempre,
A
través de un gran amor hacia la vida,
Repletas
de fe y rojas de esperanza;
Intenta
hallarme en ti, tuyo, y cuando me halles
Búscame
en el cielo y en la tierra, solo,
Entre
los hombres que lloran y que luchan,
Limpiamente,
como a un alma o a una espiga.
Nota.- Extraído del libro "La primavera y los cerezos" (Vicente Fisac, editorial Bubok: http://www.bubok.es/libros/221390/La-primavera-y-los-cerezos )
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