miércoles, 25 de julio de 2018

Manuel Prieto Peromingo


Fue mi maestro y amigo, el que guió mis primeros pasos en el maravilloso mundo de la poesía. Como Catedrático de Lengua y Literatura dedicó toda su vida a la enseñanza, primero en Zaragoza y más tarde en Zamora. Ahora, bien ganada la jubilación, sigue viviendo en Zamora y yo sigo aquí recordando con cariño todo lo que me enseñó.

Por ejemplo, me animó desde el principio a que me atreviese con todo tipo de composiciones puesto que no se puede lograr mejorar en nada si no es con esfuerzo. Gracias a él comprendí también que la belleza de la poesía está en la traslación sencilla de los sentimientos, que no son necesarias la métrica y la rima, pero sí el ritmo y el corazón.

A la hora de elegir alguna poesía suya para compartir con vosotros, me he decidido por estas dos, dos acrósticos. El primero se titula “Un mes y tú tranquilo”, y me lo dedicó “al mes de saber que tú también haces poesías”; el segundo se lo dedicó a su novia –que luego sería su mujer- y lo compartió conmigo, como tantas otras cosas:

UN MES Y TÚ TRANQUILO

Vas sudando la lucha serena,
Intranquila, del tiempo,
Con las manos abiertas al mundo,
Estrenando la vida y la sangre,
Nacida de la luz tan de repente.
Trampa abierta en tu paz
Entre tu asombro de joven que renace.

Fuego que hiela las entrañas niñas,
Inútiles aún, a punto siempre,
Siempre esperando,
Acaso sin saberlo,
Con los ojos alegre un primer llanto.

MARIBEL

Mírame estas manos que te llaman siempre,
A través de un gran amor hacia la vida,
Repletas de fe y rojas de esperanza;
Intenta hallarme en ti, tuyo, y cuando me halles
Búscame en el cielo y en la tierra, solo,
Entre los hombres que lloran y que luchan,
Limpiamente, como a un alma o a una espiga.

Nota.- Extraído del libro "La primavera y los cerezos" (Vicente Fisac, editorial Bubok: http://www.bubok.es/libros/221390/La-primavera-y-los-cerezos )

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