lunes, 3 de octubre de 2016

Los versículos silenciados del Evangelio de Lucas

Este último domingo leyeron una parte del capítulo 17 del Evangelio de Lucas, pero sólo leyeron del versículo 5 al 10, se saltaron los cuatro primeros. Y es que a muchos de los altos cargos de la Iglesia les debe sonrojar leerlos ya que ellos no predican con el ejemplo (grandes comilonas, personas a su servicio, lujosos apartamentos, tratamiento VIP en todas partes...). Pues ya que no los han leído, aquí se los recuerdo yo, sobre todo los dos primeros:

“Dijo Jesús a sus discípulos: ‘Es imposible que no haya escándalos y caídas, pero ¡pobre del que hace caer a los demás!
Mejor sería que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, antes que hacer caer a uno de estos pequeños’”.

Me hubiera gustado oír las críticas hacia esos altos cargos que están acabando con la fe en la Iglesia, pero de esto nada se dijo ni se dice. Porque en este mundo todos tenemos responsabilidades, pero esa responsabilidad se agiganta cuando entra en el terreno de nuestro ámbito personal y profesional.

Está mal que una persona robe, pero está peor que lo haga un político (que se supone está al servicio de los ciudadanos que le votaron) o de un rico (que si ya tiene más de lo que necesita, ofende si además sigue quitando a los demás lo poco que les queda). Está mal que una persona mienta, pero peor está que mienta un periodista (que se supone debe ser notario de la actualidad). Y no está mal sino que está peor, que una persona que debe dar ejemplo de humildad y amor y a los demás, como predicó Jesús, lleve una vida de lujo, prepotencia, hipocresía y ostentación, tal como hacen muchos obispos, cardenales, y altos cargos de la Iglesia (curiosamente este Papa es una excepción).

Miré a mi alrededor en misa: había unas cuarenta personas, el equivalente a un 20 por ciento del aforo. “Muy poco público”, me dije. Me fijé en el sexo de las mismas: sólo un 10 por ciento de varones. “Ya sólo vienen beatas”, me dije. Me fijé en la edad: una chica de unos 30 años, los demás, todos por encima de los 65 años. “A este paso, dentro de 15 años esa chica y el cura serán los únicos que estén en misa; todos los demás habremos muerto”, me dije.

Y es que hay que predicar con el ejemplo, porque si no se hace (y no se hace), la gente deja de creer en la Iglesia, en la política, en el periodismo...

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