Después de 21 años organizando simposios exclusivos en los
Colleges de Cambridge (sólo el laboratorio farmacéutico Zéneca consiguió ese
privilegio), la fusión con AstraZéneca y la época de “vacas gordas” que vivía
la industria farmacéutica fue dando al traste poco a poco con esta práctica.
Ya se había quejado algún médico pijo, al igual que algún
directivo ídem, de lo espartano del alojamiento (las mismas habitaciones de los
estudiantes), y los médicos estaban acostumbrados a hoteles de cuatro estrellas
por lo menos. No tenían la suficiente sensibilidad ni sencillez como para
apreciar el trato exquisito que se les brindaba y el privilegio de estar en un
lugar estrictamente reservado a los universitarios de Cambrige y que nadie más
puede siquiera visitar. Con todo, la primera medida que se tomó fue añadir a
esos congresos una jornada extra en Londres, al final, para que “esos” médicos
se llevasen el buen sabor de boca de un hotel de lujo. Para justificar esa
jornada extra se organizaba en dicho hotel una conferencia a cargo de un
eminente médico británico. No obstante, poco después, se dio carpetazo final al
asunto y nadie más volvió a pisar aquellas aulas salvo los propios
universitarios allí matriculados.
La historia del laboratorio AstraZeneca escrita por un jubilado por su propia cuenta para contar todo lo que vio.
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