sábado, 27 de diciembre de 2014

La casualidad imposible (3)

Si compras un décimo de lotería tienes una posibilidad entre 99.000 de conseguir el primer premio. Si haces una quiniela tienes una entre millón y pico de posibilidades de acertar 14. Pero en este caso que he comentado... ¿Cuál es el porcentaje de posibilidades?... uno entre millones y millones...

Ya sé que muchos pensaréis –yo también lo pensé- que algunas veces hemos visto una película en donde aparecía en alguna escena una televisión proyectando otra película que habíamos visto, pero... que habíamos visto hacía tiempo, no justo la noche anterior; y es que aquí, los condicionantes que se daban eran extraordinarios:
-         Era justo la película que había visto la noche anterior.
-         Eran unas escenas del principio (recordad que me quedé dormido a mitad de película). Si hubiesen sido de otro momento de la película no hubieran significado nada para mí.
-         En el DVD venían tres películas y opté por ver esta y no otra que, además, venía en tercer lugar.
-         Tenía una semana para devolverlas y podía haberla visto cualquier otro día, pero algo me impulsó a verla ese primer día, justo la víspera de ir al cine a ver la película de Bill Murray.
-         Nunca había cogido películas tan antiguas, esta fue la primera vez.
-         En el mostrador había miles de películas y cientos también de estas tan antiguas, pero tuvo que ser esta película y no otra la que –sin saber por qué- eligiese.
-         Podía haber ido a la biblioteca cualquier otro día, pero tuvo que ser ese día y no otro, justo en la víspera de ir a ver la película de Bill Murray.
-         Como he dicho, al día siguiente no fui al cine a ver una película cualquiera, sino una de mi actor favorito y eso no era “ir al cine” sino algo con una importancia mucho mayor para mí puesto que soy “devoto” de él.
-         La película nos demuestra (no voy a destripar su final ni sus sorpresas) que los santos son personas normales, con múltiples defectos, y que debemos mirar no sólo a las apariencias sino a lo que hay en el interior de las personas.
-         Y hasta el título de la película por la que conocí que había una actriz que se llamaba Naomí Watts, era el de “Lo imposible”.

Considerando, pues, todo esto... ¿a cuánto asciende ahora el porcentaje de posibilidades para que se produzca un hecho así? No es imposible, pero sí muy cercano a lo imposible. Todo lo cual nos lleva a una conclusión final... (Continuará)

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