Aunque al siguiente relato verídico le he puesto el título
de “La casualidad imposible” comprenderás –al terminar de leerlo- que es
imposible se trate sólo de una casualidad. Pero, comencemos sin más demora...
Casi todas las semanas suelo ir a la biblioteca pública para
coger una o dos películas para verlas en esas noches en que no me apetece ver
ninguno de los programas que ponen en televisión. No encuentro allí películas
demasiado actuales, las más recientes suelen ser de hace cinco años; por eso
–lo normal- es que coja películas de los años 60, 70 u 80 bien sean de
ciencia-ficción, dramas, policíacas o comedias. Así sucedió también esta vez:
elegí dos comedias de esa época pero... algo llamó mi atención en aquél
mostrador abarrotado de cajas de DVDs de películas: mi vista se posó en un DVD
que contenía no una, sino tres películas antiquísimas: una de Buster Keaton,
otra del gordo y el flaco, y otra de Bud Abbot y Lou Costello, otra de esas
parejas de cómicos de la época. Hasta ese momento nunca había cogido películas
tan antiguas, pero algo en mi interior me impulsó a coger ese DVD en concreto
esta vez. Así lo hice y volví a casa con las dos comedias que hubiera sido lo
habitual y con esta otra película (tres en uno) que incomprensiblemente había
decidido añadir por primera vez a mi repertorio.
Aquella misma noche, mi mujer se acostó temprano y pensé que
era la oportunidad de ver una de esas tres películas antiguas que había cogido
y que a ella no le interesaban en absoluto. Como el DVD tenía tres películas y
no era cosa de verlas todas de un tirón, elegí la tercera de ellas, la de Abbot
y Costello. El título no tiene ninguna importancia. Comencé a verla y a mitad
de película me quedé dormido...
Hasta aquí, todo normal, pero ahora viene la segunda
parte... (Continuará)
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