Capítulo
4.- El refugio de la familia
El
verano de 1936 dejó a Consuelo y Paco huérfanos en un Daimiel sacudido por la
Guerra Civil. A sus dieciséis y catorce años, los hermanos enfrentaban un mundo
roto, pero no estaban solos. Vicente, el tío que años atrás había viajado a
Granada para cuidar de su hermano Pepe, abrió las puertas de su hogar sin
dudarlo. Junto a su esposa, Carmen, y sus seis hijas, acogieron a Consuelo y
Paco como si fueran suyos. La casa de Vicente se convirtió en un refugio donde
el dolor encontraba consuelo en la unión familiar.
Consuelo
y Paco, aún marcados por la pérdida de su padre y el recuerdo lejano de su
madre, encontraron en sus tíos y primas una nueva familia. Vicente, con su
carácter firme pero afectuoso, se aseguraba de que no les faltara nada,
mientras Carmen, la tía, les ofrecía el cariño maternal que habían perdido. Las
primas, de edades cercanas, llenaban los días de charlas, juegos y
confidencias. Consuelo, con su madurez precoz, se integró rápidamente, ayudando
a sus primas con las tareas y aprendiendo de ellas el arte de la economía
doméstica. Paco, más reservado, encontraba en las bromas de sus primas un
alivio para su tristeza.
La
guerra seguía su curso, pero en la casa de Vicente, la vida continuó con una
rutina que sanaba poco a poco las heridas. Cuando el conflicto terminó, Vicente
y Carmen decidieron que los hermanos debían tener las mejores oportunidades
posibles. Paco, con su mente inquieta y su deseo de ayudar a otros, se inclinó
por la medicina. Con el apoyo de sus tíos, se trasladó a Madrid para estudiar
la carrera, dedicándose con la misma tenacidad que su padre había mostrado en
el ejército. Consuelo, como sus primas, no tuvo acceso a una educación
universitaria —algo poco común para las mujeres de la época—, pero Vicente y
Carmen se aseguraron de que recibiera una formación sólida. La enviaron al
colegio de las Damas Negras, en la calle Eduardo Dato de Madrid, donde aprendió
idiomas, cultura general y labores, todo lo que se consideraba esencial para
una joven de su tiempo.
En
Madrid, Consuelo floreció. Su inteligencia y su carácter la convirtieron en una
joven admirada, y pronto llamó la atención de Manolo, un hombre de Daimiel. Se
casaron en una ceremonia sencilla, marcada por la alegría de volver a reunir a
la familia en el pueblo. Paco, por su parte, conoció a Mª Teresa, sobrina de
Álvaro, novio de una de sus primas. La boda de Paco y Mª Teresa selló aún más
los lazos entre las familias, tejiendo una red de afecto que parecía desafiar
las tragedias del pasado.
Consuelo
y Paco, ya adultos, llevaron consigo las lecciones de su infancia: la
resiliencia de su padre Pepe, la bondad de su madre Carmen, y la generosidad de
sus tíos y Josefa, la niñera que los protegió en los días más oscuros. La casa
de Daimiel, con su patio de geranios y sus recuerdos, siguió siendo un lugar de
reunión, donde las nuevas generaciones escuchaban las historias de un tiempo de
fiebre, guerra y sacrificio. Y aunque la sombra del tifus y la guerra nunca se
desvaneció por completo, en el seno de la familia se encontró el amor, la unión
y la fuerza necesaria para seguir luchando hacia un futuro mejor.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Médico, periodista y poeta”: https://www.amazon.es/dp/1706950551
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Médico, periodista y poeta”: https://www.amazon.es/dp/1706950551


No hay comentarios:
Publicar un comentario