viernes, 17 de diciembre de 2021

La “profecía”

Cuando tenía 13 años y estudiaba en el colegio de los Escolapios, en la calle Donoso Cortés, de Madrid, mi asignatura favorita era la Literatura (¡no podía ser de otra forma!). Lo que más me gustaba era cuando el profesor nos mandaba hacer alguna redacción, daba igual que el tema fuese libre o que él nos indicase sobre qué debíamos escribir. En esos momentos nada me paraba. El bolígrafo se desliaba con soltura sobre el papel y escribía todo lo que de manera fluida surgía de mi fértil y desbocada imaginación.
 
El profesor que tenía entonces era Eloy Rada García, quien después sería profesor en Ciudad Rodrigo (Salamanca) y finalmente catedrático de la Universidad de Educación a Distancia (UNED). Ya se había fijado en mi pasión por la Literatura y por escribir, pero un día, tras corregir las redacciones que habíamos preparado el día anterior, nos fue devolviendo los cuadernos con la nota correspondiente. Cuando recogí mi cuaderno vi que allí había escrito algo más; decía así: “Con toda alegría le felicito y le animo, tal vez por este camino que tiene pasos de niño vd. llegue a dar pasos de gigante” y a continuación la nota: “10”.
 
Lo que menos me importó fue la nota, lo verdaderamente importante era el subidón de autoestima que aquellas palabras ejercieron en mí, tanto que –como podéis comprobar por la fotografía adjunta- aún conservo aquellas palabras manuscritas.
 
Y no quedó ahí la cosa. Un buen día le comenté que yo también escribía poesías (comencé a escribirlas a los 12 años) y él se ofreció de forma desinteresada a corregírmelas y orientarme aun a expensas de que fuera en su tiempo libre. Me invitó a ir a su casa algunos domingos por la mañana. Llegaba allí con mis últimos poemas y él me aconsejaba cómo podía ir mejorando. La confianza era tal, que hasta un día me dejó de “canguro” con su hija de pocos meses de edad, porque tenía que salir con su mujer para hacer alguna cosa.
 
Sus orientaciones y la motivación que todo eso ejerció en mí, fueron un impulso decisivo para avanzar en la senda que me había propuesto. En cuanto a su “profecía”, está claro que no di pasos de “gigante” pero sí que pude dar unos pasos lo suficientemente grandes como para vivir bien gracias a lo que escribía e incluso recibir diversos premios en reconocimiento a mi trayectoria profesional como “Dircom” en el mundo de la industria farmacéutica y de los colegios de médicos. Llegar a estar considerado y reconocido entre los mejores de mi profesión hizo que, en cierto modo, sí que se cumpliese aquella “profecía” que Eloy Rada me hizo cuando yo sólo contaba 13 años de edad.

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