Si tú eres uno de los muchos (en realidad la mayoría de
los habitantes de este país) que está angustiado por el coronavirus, por los
mensajes apocalípticos que recibes cada día y por el rosario interminable de medidas
cada vez más restrictivas, debo decirte lo siguiente:
A.- Si no eres un anciano y gozas de una salud aceptable,
no tienes que temer nada; de resultar infectado pasarás unos días malos como
cuando coges una gripe, aunque en la mayoría de los casos los síntomas serán
como de catarro leve y un par de días molesto. ¿Queda claro? No te vas a morir
ni vas a padecer una larga enfermedad, sólo algo parecido a esa gripe a la que
nunca das importancia.
B.- Si eres un anciano o una persona más joven pero con
una salud delicada, en este caso sí debes preocuparte y seguir al pie de la
letra todas las recomendaciones que te den las Autoridades Sanitarias. Si te
contagias te pueden empezar a salir complicaciones no deseadas e incluso con
fatal desenlace (en un porcentaje inferior al 10 por ciento), aunque esto
depende del estado de gravedad de la enfermedad que tuvieses antes de
contagiarte de este virus.
Pero, aparte de esto, y poniéndonos en lo peor, es decir “nos
vamos a morir todos” (aunque ya nos dicen las estadísticas de fallecidos que
sólo mueren los ancianos y los que estaban muy enfermos con anterioridad),
quiero hacer estas consideraciones:
1.- Si eres ateo, como no crees que haya nada después de la
muerte. ¿Qué es lo que te preocupa entonces? Si luego no hay nada, pues no hay
nada de qué preocuparse. Y además, en caso de morirte de esta enfermedad lo
harás de forma más rápida y menos dolorosa que si mueres de otras muchas
enfermedades como ciertos tipos de cáncer, etc.
2.- Si eres creyente y tienes la conciencia tranquila,
sabes que sólo estás aquí de paso (bueno, en realidad eso lo saben hasta los
ateos) y que al otro lado te espera una vida mucho mejor. Es como cuando estás
esperando el avión que te lleva de vacaciones y te dicen que en vez de salir con
retraso va a salir con adelanto. Pues mucho mejor ¿no? Vamos, si lo que te
espera allí es mejor, tendríamos que estar deseando ir allí, sobre todo si
durante el tiempo que has permanecido en este mundo te has portado bien.
3.- Si eres creyente pero no tienes la conciencia
tranquila… entonces sí que estás jodido. ¡Lo siento, tío (y tía también)! Pero
aún tienes la posibilidad de empezar a hacer el bien a partir de este mismo
instante en que acabas de leer esto. Por eso no sigo más, para dejarte tiempo.
"Diario del caos", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa: