Hay muchos que consideran al planeta Tierra como un ser
viviente al que llaman Gaia. De ser así (y si no, también) Gaia se ha cansado
de esos molestos piojos que somos los seres humanos y ha decidido sacudirse
como hacen los perros para librarse de esa plaga (de nosotros).
La Naturaleza siempre encuentra caminos para corregir las
desviaciones. Cuando hay superpoblación de conejos aparece la plaga de la
mixomatosis. Cuando hay superpoblación de lemmings, estos emprenden largas
migraciones no siempre con éxito. Cuando los seres humanos deterioran el medio
ambiente y dañan el planeta… surgen las pandemias.
Lo decía el otro día el Papa Francisco en una entrevista
concedida al periodista español Jordi Évole: “Dios perdona siempre, nosotros de
vez en cuando y la Naturaleza nunca”.
De todas formas, y por mantener un poco de esperanza, el
Papa añadió que “Tenemos que rescatar la convivencia. Este puede que sea uno de
los logros que podamos obtener en esta tragedia, recuperar la convivencia
humana”.
Decía también que va a ser duro porque muchos se quedarán
por el camino, aunque yo creo que esos serán los más afortunados, porque el
mundo que va a quedar después de esto va a ser peor. Por eso –como tengo los
deberes hechos- estaré muy feliz si doy por concluida mi etapa en este mundo.
Como no me gusta lo que creo que va a venir, prefiero irme ahora; claro que eso
no depende de mí, así que no me queda más remedio que seguir trabajando (en mi
caso escribiendo y conviviendo) hasta que llegue la hora de mis eternas y
maravillosas vacaciones.
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