jueves, 4 de septiembre de 2025

El tercer yo (Acto I. Escena III)

Acto I. Escena III
 
AURORA: Vamos a cenar.
(Miguel deja el libro en la mesita y se sienta. Aurora sirve la sopa. Pedro se santigua y murmura una oración en voz baja. Sus padres lo miran, desconcertados. Tras un instante de confusión, Miguel prueba la sopa.)
MIGUEL: ¡Esta sopa está asquerosa!
AURORA: ¿Qué le pasa a mi sopa?
MIGUEL: ¡Es una porquería! Me voy a cenar fuera, ¡estoy harto de tus guisos! (Se levanta abruptamente.)
AURORA: Por si no lo sabes, esta receta me la enseñó tu madre.
MIGUEL: ¡Deja a mi madre en paz!
AURORA: ¡Eres tú quien me hace mencionarla!
PEDRO (golpeando la mesa): ¡Basta ya! ¿Queréis explicarme qué pasa en esta casa?
AURORA: Eso no te concierne.
PEDRO: ¡Me importa tanto como a vosotros! Soy vuestro hijo, y mi felicidad depende de la vuestra.
(Aurora y Miguel lo miran, atónitos.)
AURORA: No te metas en esto. Eres un niño y no entiendes nuestras cosas.
PEDRO: ¿Un niño? Tengo veinte años. No podéis seguir tratándome como si estuviera pegado a vuestras faldas.
AURORA (convenciéndose a sí misma): Para mí siempre serás mi niño, aunque lleves pantalones largos y fumes.
PEDRO: No me siento hombre por eso, sino por mis actos.
MIGUEL: Pedro, te noto cambiado. ¿Qué te ha pasado?
PEDRO (enfadado): ¡Nada! ¡Solo que ya es hora de que me preocupe por lo que me rodea!
MIGUEL: Ayer no te interesaba nada de esto.
PEDRO (desanimado): Estoy harto de callar y sufrir en silencio.
MIGUEL: Me alegra que te preocupes por nosotros, pero dejémoslo para después. ¿Por qué te reíste de Aristóteles?
PEDRO: Porque los tiempos cambian. Filosofía, religión... todo debe evolucionar con el mundo.
AURORA (interrumpiendo): ¿Alguien me explica qué pasa aquí esta noche?
MIGUEL: Te lo cuento luego.
(Aurora nota la herida en la frente de Pedro.)
AURORA: ¡Pedro! ¿Qué te ha pasado?
PEDRO (tocándose la frente con temblor): Nada importante.
AURORA: ¿No te pones algo?
PEDRO: No es necesario.
MIGUEL (a Aurora): Trae el segundo plato.
(Sale Aurora. Pausa.)
MIGUEL (a Pedro): ¿Cómo fue la excursión?
PEDRO: ...Bien, nos divertimos mucho...
(Entra Aurora con la merluza y sirve.)
AURORA: Pedro, ¿dónde dejaste la mochila?
PEDRO: En mi cuarto, detrás de la puerta. Te la doy luego si quieres.
MIGUEL: Seguro que esta merluza está tan mala como la sopa.
AURORA (cambiando de tema): Oye, ¿vas a hacer esa fiesta el domingo?
PEDRO: ¿Por qué cambias de conversación?
AURORA: Todo lo que pasa en esta casa me concierne. Dijiste que habría una fiesta.
PEDRO: Lo olvidé.
MIGUEL: Aquí mando yo... hasta que me vaya.
PEDRO: Otra vez con lo mismo. El matrimonio es una sociedad donde ambos mandan, con la felicidad como capital para los hijos.
AURORA: Este calor le ha sentado mal a mi hijo.
PEDRO: ¿Otra vez? ¿No puedo hablar libremente?
AURORA: Sí, pero sin decir tonterías.
PEDRO: No son tonterías, son verdades.
AURORA: ¿Vas a saber más de la vida que nosotros?
PEDRO: Tal vez sí. No soy tan joven como creéis.
AURORA: Pedro, deja de decir cosas raras. ¿Te pasó algo hoy? Te veo extraño.
PEDRO: No, nada.
MIGUEL: Antes no te interesaba nada, y ahora quieres resolverlo todo.
PEDRO: Hay un día en que te acuestas niño y te despiertas hombre. Eso no se explica.
MIGUEL: Pero el mundo no tiene remedio.
AURORA: Si seguimos así, no sé a dónde iremos a parar.
PEDRO: A la destrucción, si nada cambia.
MIGUEL: Con las guerras, acabaremos volados.
PEDRO: No hacen falta bombas. La mente puede destruir todo.
(Los padres lo miran, perplejos.)
MIGUEL (sonriendo): Esta noche te ha dado por la filosofía.
PEDRO: La filosofía es la base del mundo. Destruye lo ilógico, y como el mundo está lleno de eso, lo transformará.
AURORA: No digas tonterías. Sé realista si quieres triunfar.
PEDRO: El idealista no avanza porque cree que no puede cambiar el mundo. Si lo intentara, lo haría mejor.
AURORA: Una persona sola no puede girar el mundo.
PEDRO: No me refiero a eso exactamente.
MIGUEL (a Aurora): Trae el postre.
(Aurora recoge los platos y sale. Pausa.)
MIGUEL (a Pedro): ¿Qué tal con tu novia?
PEDRO (vacilante): No sé, es difícil de decir...
MIGUEL: ¿Cómo que no sabes? ¿Qué te pasó esta tarde?
PEDRO: No me siento bien, no sé qué digo.
MIGUEL: ¿Te gusta Cristina, la hija de los González?
PEDRO: ¿Cuál?
MIGUEL: La pequeña, de diecinueve años. Te mira mucho.
PEDRO (disimulando): Gracias por decírmelo, tal vez me fije en ella.
MIGUEL: ¡Cuidado! Si no la quieres, no la ilusiones.
PEDRO: Descuida, actuaré como quieres.
(Entra Aurora con el postre—plátanos—y se sienta.)
MIGUEL (cogiendo un plátano): Menos mal que como algo decente.
(Aurora lo mira con desprecio.)
AURORA: Pedro, ¿cuántas parejas vendrán el domingo?
PEDRO: No lo sé.
AURORA: Si son los mismos de antes, pueden venir. Yo prepararé aperitivos. (Recoge la mesa.)
PEDRO (a Miguel): ¿Me dejas el libro de Aristóteles?
MIGUEL: Sí, está en la mesita. Tómalo.
PEDRO: Te lo devuelvo pronto.
MIGUEL: No hay prisa.
(El escenario se oscurece lentamente. Se baja el telón.)
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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