En
el cajón de cualquier escritor se almacenan decenas e incluso cientos de
proyectos inacabados, bien se trate de novelas, obras de teatro, libros de
investigación, biografías, etc. En un momento dado, uno se pone a escribir o a
plasmar el boceto de una obra, puede que la comience a escribir incluso, pero
al poco tiempo se le nubla la inspiración y la deja aparcada en un rincón. Así,
se van acumulando esbozos de obras inacabadas que probablemente nunca verán la
luz… salvo que la Inteligencia Artificial las ilumine. Sí, porque la IA ha
venido a cambiar el mundo, también el de los escritores.
Durante
los próximos días os contaré una historia real que demuestra cómo con la ayuda
de la IA se pueden continuar todos esos proyectos inacabados y olvidados… claro
que en este ejemplo que os voy a mostrar hay un motivo fundamental y muy
importante: haceros reír. Y es que tal como está el mundo, más vale que
dediquemos un poco tiempo a relajarnos y sonreír, y para ello el teatro es un
buen entretenimiento.
Sí,
porque va de teatro esta historia. Hace ya muchos años, allá por la década de
los 70 (de 1970 quiero decir, que eso pertenece al siglo pasado aunque algunos
lo recordemos como si hubiese sucedido ayer) escribí la primera escena de una
obra de teatro. Se trataba de una comedia de humor un poco absurdo y
disparatado, con la única –pero muy sana intención- de hacer reír a los
hipotéticos espectadores (en este caso, “lectores”).
Y
terminé aquella primera escena y yo mismo me reí con la historia y con las situaciones
que planteaba pero, una vez terminada esa primera escena no se me ocurría cómo
continuarla, así que la dejé aparcada en un cajón. Ahora, muchas décadas
después la recuperé y me pregunté “¿Podría la IA ayudarme a terminar esta
obra?”, así que le pregunté lo siguiente: “He escrito la primera escena de una
obra de teatro (una comedia). ¿Serías capaz de escribir la segunda escena,
continuando los acontecimientos donde los dejé?”.
La
IA me respondió que sí, que aceptaba el reto y que le pasase todo lo que había
escrito para conocer la trama, los personajes, la época, el tono, etc. Y así lo
hice, le pasé la escena que había escrito y en pocos segundos (¡sí, sólo unos
segundos! ¡Menos de un minuto!) me entregó la segunda escena y me preguntó si
quería continuar. Le dije que sí, que quería desarrollar la obra al completo,
así que le fui dando algunas instrucciones indicándole por dónde quería que
discurriesen los acontecimientos.
El
resultado final –que vais a poder leer (y reír) durante los próximos días- es una
pequeña pieza teatral compuesta de un solo acto y cinco escenas…
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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