He
salido de un balanceo de muerte. Me ahogaba en el mar y ahora trago barro. Me
hundo cada vez más y están muy lejos tus guirnaldas. Pero sé que moriré si no
siento tus pétalos suaves acariciar mis algas. También soy ahora mar. Necesito
algo que me ayude a salir, algo que con su aliento caliente mis lágrimas empolvadas.
Era una marioneta que se rebeló, que cortó los hilos que la unían con la vida.
Ahora, al verse sola, busca incesante esa parte de sí. Dejé
escapar tus manos; perdí tus ojos queridos. Hoy he salido del barro. Estoy
caminando incierto entre dos abismos peores. Busco por fin tu meta. Escúchame,
mujer, quiero entrelazar mi hiedra entre tus guirnaldas aunque estén marchitas.
Estoy muerto por dentro, pero tan sólo tu sonrisa puede hacerme renacer. No soy
digno de tu ser, pero me arrastro porque al perderte sentí que con ello perdía
mi vida entera. Un cielo azul nos espera. Vuela siempre junto a mí; vamos a
enlazar para siempre nuestro amor entre las estrellas lejanas.
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