No me refiero a esta famosa película sino a otra "gran evasión", la que yo mismo protagonicé mucho antes de haber visto este film... Así es la historia:
Algunos
alumnos, sobre todo los malos estudiantes, alguna vez se han escapado del
colegio, una deserción que popularmente se conocía como “hacer pellas” o “hacer
novillos”. Sin embargo la historia que voy a contar a continuación es diferente
porque las “pellas” o “novillos” que hizo ese alumno (en este caso yo) fueron
hace muchos años… cuando tan solo contaba con cuatro años de edad. Así sucedió…
Nunca me
gustó ir al colegio y esa aversión era congénita porque a la tierna edad de
tres o cuatro años ya mostraba mi disgusto por tener que ir al colegio. Por
entonces yo vivía en Daimiel, un pueblo de unos 18.000 habitantes y el colegio
al que me llevaron estaba situado en la misma calle donde vivía, aunque a
varias manzanas de distancia, lo que exigía un buen paseo, sobre todo para un
niño tan pequeño.
Un día,
harto ya del colegio, aproveché la hora del recreo y sigilosamente me
escabullí, me dirigí a la puerta y me marché. Sin embargo ¿qué pasaría por la
mente de un niño de cuatro años? Al verme allí solo, en la calle, comencé a
caminar… en dirección a mi casa. Sin duda, por mi mente, sólo pasaba el deseo
de llegar a casa y ponerme a jugar con mis juguetes. ¡Cuál no sería la sorpresa
de mi madre cuando me vio llegar solo a media mañana! “¿Pero qué haces aquí?”
me dijo. Y como sólo tenía cuatro años no supe inventarme ningún pretexto, así
que mi madre me cogió de la mano y me llevó otra vez al colegio. Así de
frustrante fue mi primer intento de escapada.
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