jueves, 1 de mayo de 2014

Alrededor de Bécquer

“Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto... la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!”  (G.A. Bécquer)

Ayer me miraste y tus ojos besaron mi cuerpo entero. Ayer me hablaste y tu voz abrigó mi alma entera. Ayer te acercaste a mi lado y calentó tu presencia todo mi cuerpo entero.

He sentido tus manos acariciar mis hombros, y mi cara se abrigó con tus cabellos limpios que barrieron mi incomprensión. Es hermoso sentir un cuerpo ajeno junto al tuyo. Es hermoso sentir un cuerpo ajeno, un poco tuyo.

Ayer como hoy y mañana, veré mis deseos recorrer tu cuerpo y volver más limpios a mi cuerpo. Todos los días y mañana, tal vez veré el milagro abierto, cotidiano, de sentir la presencia de alguien que piensa en mi.

No es primavera, no es verano ni cualquier otra estación; es la nuestra perenne que no conoce el tiempo. Sólo son tres días en nuestras vidas: ayer, hoy y mañana. Siempre los mismos, extrañamente los mismos.

Cuando nos vemos ¡cuántas palabras nos decimos! pero más palabras se dicen nuestros cuerpos cuando nos vemos.

Somos pequeños al compararnos con Dios y no podemos comprenderlo. Pero Dios está en nosotros y al amarnos como lo hacemos, sentimos a Dios.

Pero tú no comprendes un amor generoso... y me lo das. Pero yo no comprendo un amor sincero... y te lo doy. Ninguno comprendemos que pueda esto ser amor. No queremos creerlo, “¡no hay amor!”; no queremos atarnos, “¡no hay amor!”; no queremos pensar, “¡no hay amor!”; no queremos decir, “¡no hay amor!”; pero nosotros, nuestros, cayados, no somos nuestros. Pero nosotros creemos en el amor; pero nosotros estamos atados al amor; pero nosotros pensamos en el amor; y sin embargo decimos: “¡no hay amor!”.

¿Qué haremos? Hemos unido nuestras vidas y ni siquiera nosotros lo creemos. ¿Qué haremos? Atamos más nuestras vidas y ni siquiera nosotros lo reconocemos. ¿Qué haremos? Tenemos ya cerrado el camino a la libertad que decimos amar. No vemos más horizontes que nuestros propios cuerpos. ¿Qué haremos? El destino se ha cerrado en una palabra: amar. Pero nosotros lo callamos. ¿Qué haremos?

“Hoy la tierra y los cielos me sonríen”. Todo me sonríe abiertamente porque no tiene razón de ser el llorar. Sin embargo hoy no me sonríen ni la tierra ni los cielos; pero es igual, hoy quien me sonríe eres tú.

“Hoy llega al fondo de mi alma el sol”. Y lo pienso, pues mi corazón está caliente. Sin embargo hoy no alumbra el sol y mi corazón siente el calor de un gran sol que me ilumina; eres tú.

“Hoy la he visto... la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!”. Ayer te he visto como hoy y mañana te veré. Ayer creía en Dios como hoy y mañana creeré. Hoy Dios me ha mirado, pues ayer nuestras miradas se cruzaron.

1 comentario:

lashistoriasdelbuho dijo...

¡¡¡¡¡Que gane el mejor!!!!!