No creo que nadie haya escrito jamás una carta tan original
y atípica como la que reproduzco a continuación y que envié para conseguir mi
primer trabajo como redactor en una Agencia de Publicidad. No llevaba ni “Muy
Sr. mío” ni pamplinas de esas; empezaba así, directamente y luego al final ponía
mis datos personales:
“Teilhard de Chardin abrió las
puertas de esa sustancia gris que hasta entonces –aún hoy- no se utilizaba. El
proceso evolutivo ha sido lento, no obstante se ha visto ayudado por algunas
personas tal vez nacidas ‘antes de su época’ que aceleraron la marcha
colectiva. ¿Qué tenían –tienen- esas personas? Sin duda la metodología exacta
que permite encauzar a un fin concreto toda su potencia cerebral, altamente
sensitiva. Son muy pocas estas personas
pero, afortunadamente, se siguen “produciendo”. Y es curioso comprobar cómo
desde el principio centran todo su esfuerzo en una sola actividad, lo cual les
permite el perfecto dominio de ella. Basados en algo que no es de aquí,
reestructuran todas las formas existentes y lo enfocan con un nuevo vigor.
Bajamos, ahora, al plano actual: he aquí a una de esas personas. Su enfoque: la
redacción”.
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