En el año 79 d.C.
el Vesubio entró en erupción. En tan solo 48 horas, siete metros de cenizas
sepultaron y borraron de la faz de la tierra todo vestigio de Pompeya. Cuando
en 1738 salieron a la luz los primeros restos, la ciudad dejó entrever su
magnífico esplendor. Allí, en uno de los frescos que adornaban las paredes
estaba la imagen de Safo, una de las más grandes poetisas griegas que vivió 600
años a.C.
Era
una mujer muy femenina, delicada y espiritual, y en sus versos daba forma a la
pasión, expresando una subjetividad que se balanceaba entre los más
diversos estados de ánimo y llegaba al fondo del corazón del lector por su
pureza y naturalidad.
Pero leer a Safo (como a
cualquier poeta cuya lengua original no sea la misma del lector) es tarea
baldía. La métrica
griega es diferente a la métrica española, por eso no es posible traducir estos
versos de una forma adecuada. En el griego clásico, había vocales cortas y largas y los
versos tenían cierta cantidad de sílabas largas y breves. Si leyéramos los
poemas de Safo en griego notaríamos, por ejemplo, cómo todos los versos inician
con una sílaba larga seguida de una sílaba breve. Esto nos da idea de la
dificultad insalvable que encierra traducir la poesía; por eso la mejor forma
de acercarse al sentimiento de un poeta que se exprese en un idioma diferente
al nuestro, es tratar de hacer una traducción libre en prosa. No obstante,
también hay algunas veces en que una traducción más literal nos puede acercar a
lo que dicho poema expresó en su forma original:
Amor bulle en mi pecho
y sin cesar voltea
mi corazón amante
y acá y allá le lleva;
mis miembros desenlaza
su poderosa diestra,
y en viéndome rendida
ya me desprecia y vuela;
tiene sus lindas alas
cual ave, mas es fiera,
y dulce y apacible,
y de indomable fuerza.
y sin cesar voltea
mi corazón amante
y acá y allá le lleva;
mis miembros desenlaza
su poderosa diestra,
y en viéndome rendida
ya me desprecia y vuela;
tiene sus lindas alas
cual ave, mas es fiera,
y dulce y apacible,
y de indomable fuerza.
Palabras y sentimientos de Safo que, 2.600
años después, mantienen viva toda su fuerza y perduran débilmente en los oídos
y los corazones de quienes hemos tenido la dicha de seguirla escuchando.
PD.- La exposición “Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio”
que puede verse en Madrid hasta el próximo 5 de mayo, nos ha permitido recordar
estos hechos.
3 comentarios:
Interesante.La has visitado ya?
Pues sí, y merece la pena ver la exposición.
Me pasé, hace dos años,un día,en las ruinas de Pompeya, desde que abrieron por la mañana hasta que cerraron por la tarde y salí maravillado y con los pies y zapatos destrozados. Espero ir a Madrid antes del 5 de Mayo para ver la exposición.
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