Este lunes ha entrado en vigor la nueva ley del aborto mediante la cual –y gracias a todas las triquiñuelas que ofrece- cualquiera puede abortar. Esto lo harán de forma gratuita. Tendría que ser en hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS), sin embrago la mayoría de los médicos está para luchar por la vida, no para matar seres inocentes; esto provoca que desde el SNS se reenvíe a esas embarazadas a clínicas privadas en donde darán todas las facilidades y todos los ánimos posibles para que aborte el mayor número posible de clientes, ya que ese es su negocio. Esta es una primera consideración: en un centro público, sin ánimo de lucro, se informaría a la embarazada de todas las posibilidades existentes, de los riesgos, etc.; sin embargo en unas clínicas privadas que sólo se dedican a eso, es evidente que todos los consejos irán encaminados a “hacer negocio”.
Sin embargo hay algo peor aún que esta Ley y es el uso que de la misma está haciendo el Gobierno. En vez de realizar campañas para que la población esté bien informada y tome precauciones si no desea que surja un embarazo, hacen todo lo contrario: (1) fomentan la promiscuidad desde todos los ámbitos, incluso desde la escuela, (2) ofrecen gratuitamente la píldora del día después (que no sólo es anticonceptiva sino también abortiva) en vez de promover otros medios de efecto “barrera” que impiden la fecundación y además protegen de enfermedades de transmisión sexual, (3) como los dos puntos anteriores generan un mayor número de embarazos no deseados, amplían la ley para que sea mucho más fácil abortar, (4) como la mayor parte de los médicos tiene “conciencia” y no hay posibilidad de que se realicen los abortos en los hospitales públicos, ese “servicio” que ofrecen, tienen que subcontratarlo a unos matarifes que se forran en sus clínicas privadas masacrando vidas inocentes.
Desde este lunes, España huele a cadáver y junto a él, cuatro grandes grupos de población claramente diferenciados:
1.- Un masa de seres embrutecidos e indocumentados, que consideran un derecho no tomar precauciones y después matar.
2.- Un grupo de élite: los nuevos millonarios, dueños de las clínicas abortistas que copan el 98% de este negocio.
3.- Los políticos que se frotan las manos viendo cómo las masas no son capaces de tener juicio propio y se dejan manipular.
4.- Un grupo, cada vez más pequeño de “personas” que asistimos con espanto al proceso de putrefacción de un cadáver que se llama España.
Como decía no sé quién: “soy español porque no puedo ser otra cosa”. Pues eso, ojalá pudiera no ser español. Y ahora, disculpa, que me voy a vomitar.
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