En 1959 se lanzó en España Redoxón, la primera vitamina C del mercado que gozó (y aún mantiene) una gran popularidad. Especialmente exitosa fue su presentación en comprimidos efervescentes con sabor a naranja. Recuerdo que por aquél entones, en la década de los setenta, yo estaba en la competencia, promocionando “Cecrisina” y argumentábamos que la nuestra sabía más a naranja (la verdad es que había poca diferencia) y hasta los visitadores médicos llevaban –junto a los folletos promocionales- un vaso de cristal serigrafiado con la marca y una muestra del producto para que el médico comprobase “in situ” el excelente sabor a naranja de aquella vitamina C. En esa época, y durante muchos años, cuando todos los medicamentos estaban financiados por la Seguridad Social, se llamó a este producto “El refresco del seguro” y todas las madres acudían al médico para que les recetasen esa “naranjada” que les salía gratis.
La vitamina C ha sido un excelente aliado de nuestra salud, contribuyendo a reforzar las defensas de nuestro organismo, pero Redoxón, Cecrisina y todas las demás marcas comerciales han hecho que nos volvamos unos vagos redomados y prefiramos echar un comprimido en un vaso de agua antes que coger y exprimir un par de naranjas. Así que, aparte de felicitar a Redoxón en su cincuentenario, le auguro una larga vida… salvo que alguien invente un exprimidor que no haya que limpiar después de usarlo.
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