jueves, 13 de noviembre de 2008

Utopía

Las utopías no llevan a ningún lado si no se acompañan de autocrítica

El término “utopía” fue inventado por Tomás Moro, y sirvió de título a una de sus obras escritas en latín. Según la versión de varios historiadores, Moro quedó fascinado por las narraciones extraordinarias de Américo Vespucio sobre la recién avistada isla de Fernando de Noronha, en 1503. El escritor decidió entonces escribir sobre un lugar nuevo y puro donde existiría una sociedad perfecta.

La vertiente principal del término es sociopolítica y el marxismo se considera la ideología que más lejos ha llegado en el intento por lograr una utopía, aunque el fracaso del comunismo ha conducido a revisiones y replanteamientos también equivocados. Otras vertientes del término son, por ejemplo, la filosófica y la religiosa.

Quizás donde más se roza la utopía, por el ritmo trepidante con que avanza, es en el campo de la ciencia. Es bastante frecuente que la comunidad científica crea haber encontrado la explicación de un determinado fenómeno… hasta que un tiempo después (meses, años o incluso siglos) se demuestra lo contrario.

Por todo ello, si no queremos llegar a la deshumanización total de la sociedad, debemos mantener siempre un espíritu crítico. Las utopías nazi y comunista, por ejemplo, no llegaron a ningún lado porque no forzaron dicha autocrítica. Las utopías son un aliciente imprescindible para el progreso y la superación, pero sin autocrítica nunca pasarán de ser sueños.

Fuente: Mesa redonda “Las utopías”, del ciclo “En tierra de nadie: conversaciones de Ciencias y Letras”, organizado por la Fundación de Ciencias de la Salud y la Residencia de Estudiantes en Madrid, el 12 de noviembre de 2008.

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