domingo, 24 de noviembre de 2019

Jugar con nitroglicerina


¿Se te ocurriría dejar a tus hijos unos frascos con nitroglicerina para que jugaran con ellos? ¿Verdad que no? Pues te va a resultar sorprendente conocer que tú, y todos nosotros, estamos jugando cada día con nitroglicerina sin que seamos conscientes de ello. Y no porque sea malo, que las cosas no son buenas ni malas, lo que es bueno o malo es el uso que damos a las mismas. Un cuchillo es bueno si lo usamos para cortar la comida, pero es malo si lo usamos para clavárselo a alguien. Al igual sucede con la nitroglicerina, es buena para abrir túneles o abrir paso en las montañas para construir una nueva carretera, pero es mala si la usamos para dañar a otras personas o a nosotros mismos.

En fin, te he dicho que estamos jugando con nitroglicerina y no nos damos cuenta de ello, por eso te voy a contar una historia real…

El inventor del detector de mentiras o polígrafo, Leonarde Keeler, había estado dando una conferencia y al final del día regresó al hotel. Estaba cansado y aburrido, así que se sentó en una butaca de su habitación sin nada en mente, sólo descansar… pero de repente se fijó en una planta de hojas anchas que había en un rincón de su habitación. Sin saber por qué, quizás sólo para matar el tiempo y distraerse un poco, decidió conectar a esa planta el detector de mentiras. Así lo hizo y los electrodos fijados sobre sus hojas pronto empezaron emitir una débil señal eléctrica. Era una señal tranquila y uniforme. Entonces pensó en experimentar. ¿Qué pasaría si genero estrés en la planta, por ejemplo quemándole unas hojas? Para sorpresa suya, en ese mismo instante, la señal que emitía la planta se disparó haciéndose mucho más intensa. Se quedó sorprendido pero no por ello cejó en su idea, fue a por la caja de cerillas que había en su mesita de noche y volvió con ellas hacia la planta, mientras tanto esta continuaba emitiendo una señal intensa. Al cabo de unos segundos, decidió abandonar esta idea y volvió a dejar la caja de cerillas en su sitio. La señal que emitía la planta fue bajando de intensidad paulatinamente hasta volver a la normalidad. ¿El sólo pensamiento de una acción había sido suficiente para provocar una reacción física? se preguntó. Así que decidió repetir el mismo ejercicio aunque esta vez sin intención real de quemar la planta, simplemente cogió la caja de cerillas y la acercó a la planta… pero la planta no se inmutó, continuó emitiendo una señal débil porque quizás “sabía” que Leonarde no tenía intención de quemarla. ¿Es capaz una planta de detectar lo que pensamos? Durante varias horas estuvo experimentando y finalmente llegó a la conclusión que nuestros pensamientos son capaces de crear cambio físicos en el mundo que nos rodea.

Ahora volvemos a ti, a mí, a nosotros. ¿Lo ves? ¡Claro que tenemos nitroglicerina en nuestras manos: el pensamiento! Si emitimos pensamientos positivos generaremos cosas positivas a nuestro alrededor, mientras que si emitimos pensamientos negativos, generaremos efectos negativos a nuestro alrededor. Si una simple planta es capaz de detectar el pensamiento ¿cómo no lo van a hacer los demás seres vivos que nos rodean?

Para ser feliz, si quieres mejorar tu mundo físico, ya puedes empezar por desterrar de tu mente los pensamientos negativos. Aunque algo te salga mal, no te ciegues y le des vueltas y vueltas al asunto. Cuanto más negativo pienses, más negativo te irá en la vida. Dale la vuelta. Pasa página y dirige tu mente a pensamientos positivos, sean los que sean. Usa la nitroglicerina de tu mente para construir y abrir nuevos caminos, no para destruirte a ti mismo y a quienes te rodean.

¡Anda! ¡Pruébalo! Algo bueno hay a tu alrededor, seguro. Alguien que te quiere, un rayo de sol que se cuela entre las nubes, una planta que muestra al mundo sus flores, un pequeño aperitivo, unos momentos de lectura relajada… Si eres capaz de convertirte en una máquina de producir pensamientos positivos, el mundo, la vida, todo será mejor para ti, y de paso, también para quienes te rodean. 

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