La naturaleza (desde la microscópica hasta la astronómica)
es el mayor ejemplo de la creación divina. La vida, en todas sus formas y
estados, merece ser respetada. Hay que considerar a todos los seres vivos
(independientemente del números de células que los integren) como seres vivos,
conscientes (a su nivel) y sensibles. Y por lo que se refiere a la vida humana,
más aún.
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