domingo, 27 de septiembre de 2015

Ser un místico

Un místico genuino es aquél que vive de acuerdo con unos principios elevados, sintiéndose parte integral de Dios. Porque podríamos decir que “Dios” es como la energía eléctrica y nosotros somos las “bombillas” (energía encerrada en un cuerpo). Aun cuando la bombilla se funda o rompa, la electricidad que contenía no se pierde sino que sigue fluyendo. Así somos nosotros.

Pero el místico no es un ermitaño, ni un mojigato; sino una persona que disfruta de la vida y disfruta repartiendo bondad allá donde se encuentre. Al verdadero místico le importa un bledo conseguir o no el éxito en sus experimentos místicos y meditaciones, porque le basta y sobra con la satisfacción que logra haciendo el bien, repartiendo alegría, y recibiendo energía en sus pequeños ratos de meditación.

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