A cualquier empresa o institución, sea pública o privada, se le exige transparencia informativa, algo lógico y natural en una sociedad democrática en donde el acceso a la información es un derecho de todos los ciudadanos. Sin embargo en el caso de ciertas instituciones médicas vemos que se les está exigiendo no transparencia, sino pornografía; esto es: necesitan información –la que sea, a toda costa- sobre ellas. Y cuando no la reciben, la buscan, la escarban, la inventan, la sugieren, opinan....
Sólo de medios impresos, ya sean digitales o en papel, hay más de media docena de periodicidad diaria que se dedican a informar exclusivamente sobre la profesión médica. A ellos se añaden otros con amplias secciones sobre medicina y salud, también diarios, así como los semanarios, revistas mensuales, agencias de información, etc. Nos encontramos, pues, con una enorme cantidad de medios que necesitan rellenar a diario páginas y páginas con noticias sobre esta profesión. Si nos atenemos a la actualidad informativa que se genera, es evidente que no da para tanto, sobre todo si cada uno de esos medios quiere diferenciarse de los demás y ofrecer alguna información distinta a la de sus competidores.
La consecuencia de todo esto es que, ante la falta de noticias, se alimenta el rumor, se opina e incluso se dicta doctrina sobre cómo debe actuar cada institución, se fomenta el debate y la controversia, se publican declaraciones o “cartas abiertas” fuera de tono de algún profesional con las que esperan encontrar el filón de las réplicas y contrarréplicas, y se buscan documentos internos que puedan publicarse para dar así una primicia que suscitará el posterior debate.
Como profesional de la comunicación que lleva toda la vida en el sector sanitario estoy de acuerdo con la transparencia informativa, pero en desacuerdo total con que esta traspase los límites de la ética. Desde todas las instancias se debería alentar la transparencia informativa, pero no la pornografía. El periodista hace su trabajo; la competencia es dura y si no hay material informativo de calidad se ven obligados a ofrecer “carnaza” a sus lectores para aumentar la audiencia (sin audiencia no hay anuncios o suscripciones, y sin estos no hay ingresos y por tanto subsistencia). Y algunos médicos, es cierto, tienen una pasmosa facilidad para “entrar al trapo” y decir lo que con un mínimo de reflexión no dirían y no encuentran reparo en filtrar cualquier documento confidencial.
Mientras se mantenga el alto nivel de competencia entre los medios (y más aún ahora, agravado por la crisis que, no lo olvidemos: una de las primeras cosas que se recorta siempre es la inversión en publicidad), los periodistas van a seguir buscando desesperadamente cualquier información con la que “encender” a su audiencia; es su trabajo y su obligación. La única forma de cambiar la situación actual ha de venir por los médicos, cuando estos sean capaces de recobrar la sensatez y darse cuenta que las declaraciones fuera de tono, el alimento constante de la polémica, la filtración de documentos confidenciales, etc. no hacen más que dañar el prestigio de la profesión médica.
El médico debe tomar conciencia de que filtrar un documento confidencial es algo que atenta a la deontología, es una traición a su profesión. La publicación previa de un documento catalogado como “confidencial”, borradores de trabajo y propuestas que aún no han sido debatidas ni aprobadas, no pueden ser publicados bajo ningún concepto puesto que va contra la ética y su publicación previa puede incluso alterar el curso de los acontecimientos.
Finalmente hay otra cosa que me sorprende y es que esta situación no se da en otras profesiones sanitarias. No se ve en farmacia (y eso que hay numerosas publicaciones dedicadas a este sector), en enfermería, en veterinaria, en podología, entre los ópticos y optometristas, entre psicólogos o entre cualquier otra profesión sanitaria. Y tampoco se ve en ningún otro sector profesional.
El acceso a la información es un derecho, pero los médicos deben tener la sensatez suficiente para mantener dentro de los límites de la ética y la prudencia ciertas informaciones y declaraciones que, de trasladarse a los medios, sólo contribuyen al desprestigio de la profesión. (¿O es que quizás también hay alguien está empeñado en dañar ese prestigio para poder ofrecer a los médicos unos salarios y condiciones laborales más bajos? No lo sé, pero en cualquier caso esa sería otra historia...)
Artículo realizado para Medical Practice Group (MPG)
1 comentario:
SOBRE ALGUN COMENTARIO ANONIMO.- Ha llegado algún comentario anónimo que no he publicado. Al ser anónimo, de alguien que me conoce y no me da ninguna pista para su identificación, no puedo contestarle. Agradeceré que cuando alguien que me conozca me haga algún comentario, indique su nombre, alias o cualquier otra pista que me permita identificarlo y así poder darle las explicaciones oportunas. Gracias
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