miércoles, 4 de diciembre de 2024

La última noche

(Recuerdos de adolescencia) Nos quedamos solos como la otra noche. Tu rostro era distinto en aquellos momentos. Atravesamos las largas avenidas de pequeños chalets, las paredes jalbegadas de luna, una luz amarilla a lo lejos... nos fuimos acercando a “Villa Fantasía”, su chalet. Al llegar nos detuvimos en la puerta. Estuvimos hablando un rato.
 
Era hermoso ver tu rostro
radiante de ternura;
poder contemplar tus ojos
mientras nos baña la luna.
 
Poder decirte de veras
todo lo hermosa que eres.
Poder estar en la tierra
en la que naces y mueres.
 
Contemplar la lejanía,
ver nacer todas las cosas,
olvidar qué pasaría
si algún día me abandonas.
 
Pero la vida prosigue
y te quiero mucho más
ahora que veo que ríes...
¡Oh, la noche... inmensidad!
 
Después, lenta, tristemente, hice la maleta y me dispuse a concluir mi última noche.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
El libro “Villa Fantasía” está incluido en el libro “Los primeros pasos de un escritor”: https://www.amazon.es/dp/1708323147

martes, 3 de diciembre de 2024

Premonición

(Recuerdos de adolescencia) Aquella tarde nos reunimos una vez más unos cuantos chicos y chicas en el porche del chalet de Pedro. María Luisa y Amparo llegaron puntuales como siempre. Y aquella tarde –a diferencia de otras- nos dispusimos a jugar al “burro”, un juego de cartas en el que –cuando te sale una determinada carta- tienes que gritar “burro!” y poner la mano sobre la mesa y ver cómo los demás se lanzan a poner su mano sobre la tuya y el último que ponga la mano es el que pierde.
 
Visto así, es un juego más de cartas, algo que no tiene mayor importancia; un simple pasatiempo. Pero los poetas somos distintos y percibimos cosas que los demás no ven. Por eso, aquél inocente juego se convirtió en una premonición de nuestra relación. Así sucedieron las cosas.
 
“Pronto comenzó aquél tierno ruido de una mano sobre otra. Muchas veces coincidieron nuestras manos, sin embargo sólo recuerdo tres de aquellas veces: la primera fue mi mano sobre la tuya (te había conocido, te había atrapado, no iba a permitir que nos separásemos, habías de ser toda para mí y yo todo para ti); la segunda vez nuestras manos quedaron distantes (era la separación, la despedida, el abandono, el decir adiós a todos los momentos felices, a todas las cosas bellas); la tercera vez tu mano se posó débilmente sobre la mía (eran tus recuerdos, los que –como ahora- me sobrevienen). ¡Es tan corto el amor y es tan largo el olvido! ¡Ojalá no se acierto lo que creí adivinar aquél día!”.
 
Pero sí lo fue. Así sucedió en aquél juego y así sucedió después en la vida real. Pero lo que siempre perdurará serán los recuerdos y las emociones vividas. Eso nadie te lo podrá quitar jamás.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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lunes, 2 de diciembre de 2024

Las palabras del silencio

(Recuerdos de adolescencia) Aquella tarde, sin saber por qué, te hablé con un lenguaje distinto al que hasta entonces habías escuchado. Era el lenguaje del silencio. Silencio en el baile mientras la música proseguía. Silencio en nuestras miradas que se intercambiaron numerosas veces. Y así, en ese silencio también nos comprendimos perfectamente. Nuestras miradas... recuerdo una que fue distinta, y que después inclinaste la cabeza y sonreíste. Jamás podré olvidar aquella expresión de tu rostro.
 


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domingo, 1 de diciembre de 2024

Bajo los jóvenes pinos

(Recuerdos de adolescencia) La tarde ya caía. Eran las siete y las sombras de los pinos fueron tomando forma alargada. Su rostro se veía más hermoso que nunca. Le entregué sus discos y nos despedimos, mientras la luna reía satisfecha. Ella se adentró. Yo, aún en la cancela, me alejé lentamente. Después cambié el paso, firme, decidido, hasta el chalet de Pedro. Allí, ya después de cenar, medité aquellos versos de José Hierro que decían:
 
Morirán los que nunca sintieron
aquél vago pasar de la loca alegría;
pero yo que he tocado
las agudas agujas del pino,
pero yo que he sentido
su tibia hermosura en mis manos,
no podré morir nunca.
 
Estaba feliz y satisfecho, pues aquella tarde feliz bajo los jóvenes pinos, jamás la olvidaría.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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