Premonición

(Recuerdos de adolescencia) Aquella tarde nos reunimos una vez más unos cuantos chicos y chicas en el porche del chalet de Pedro. María Luisa y Amparo llegaron puntuales como siempre. Y aquella tarde –a diferencia de otras- nos dispusimos a jugar al “burro”, un juego de cartas en el que –cuando te sale una determinada carta- tienes que gritar “burro!” y poner la mano sobre la mesa y ver cómo los demás se lanzan a poner su mano sobre la tuya y el último que ponga la mano es el que pierde.
 
Visto así, es un juego más de cartas, algo que no tiene mayor importancia; un simple pasatiempo. Pero los poetas somos distintos y percibimos cosas que los demás no ven. Por eso, aquél inocente juego se convirtió en una premonición de nuestra relación. Así sucedieron las cosas.
 
“Pronto comenzó aquél tierno ruido de una mano sobre otra. Muchas veces coincidieron nuestras manos, sin embargo sólo recuerdo tres de aquellas veces: la primera fue mi mano sobre la tuya (te había conocido, te había atrapado, no iba a permitir que nos separásemos, habías de ser toda para mí y yo todo para ti); la segunda vez nuestras manos quedaron distantes (era la separación, la despedida, el abandono, el decir adiós a todos los momentos felices, a todas las cosas bellas); la tercera vez tu mano se posó débilmente sobre la mía (eran tus recuerdos, los que –como ahora- me sobrevienen). ¡Es tan corto el amor y es tan largo el olvido! ¡Ojalá no se acierto lo que creí adivinar aquél día!”.
 
Pero sí lo fue. Así sucedió en aquél juego y así sucedió después en la vida real. Pero lo que siempre perdurará serán los recuerdos y las emociones vividas. Eso nadie te lo podrá quitar jamás.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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