Tú
le das a un niño de dos años un avión de juguete y le coge con entusiasmo y lo
disfruta, pero no sabe lo que es, no sabe para qué sirve y ni siquiera sabe
jugar con él como haría un niño de mayor edad.
Eso
mismo pasa con nosotros. Nos ha dado el don más poderoso de todos y no sabemos
ni siquiera que lo tenemos y por eso no somos capaces de utilizarlo de forma
correcta. Ese don es: La habilidad de proyectar nuestros pensamientos y
convertirlos en algo físico.
Aunque
no lo creas, cada uno de nosotros crea el mundo que percibe.
Una aproximación a esa otra realidad que está ahí pero no vemos…
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