viernes, 7 de enero de 2022

Asignatura: la Vida

El 20 de octubre de 2019 falleció en Zamora el profesor de Lengua y Literatura Manuel Prieto Peromingo. El diario “La Opinión de Zamora” recogía la noticia en estos términos:
 
“Zamora despidió ayer a Manuel Prieto Peromingo en la iglesia de María Auxiliadora, donde se celebró la misa de su funeral.
Prieto Peromingo fue director de la Universidad Laboral durante ocho años y se jubiló en el cargo, tal y como mencionaba ayer el actual responsable del centro educativo, Carlos Macías quien lamentaba la muerte de quien años atrás había sido su profesor de Lengua y Literatura. ‘Era una persona muy entrañable y tengo un recuerdo muy bueno de él’, señala el pupilo que remarca que ‘su materia nos la hacía aplicar en la vida con actividades trasversales y, sin querer, te motivaba mucho’.
Como director apunta que Peromingo ‘tuvo buena sintonía con los compañeros y se hizo cargo de la dirección del centro cuando todavía había dos edificios y era una época de más alumnado’. También agrega que ‘vivió la época en la que se implantó la Logse y lideró un tiempo de adaptación en los centros de Bachillerato y de cambio completo en la FP’.
Manuel Prieto Peromingo, además, colaboró de este diario desde principios de 2009 hasta 2016, un período que su alumno menciona. ‘Leía sus columnas con interés dado que empezó a escribir tras jubilarse’, atestigua Carlos Macías”.
 
Por su parte, la publicación “Zamora News” señalaba que:
 
“Falleció el pasado domingo el que fuera director y profesor de la Universidad Laboral de Zamora Don Manuel Prieto Peromingo.
Don Manuel Prieto Peromingo fue profesor de literatura en la Universidad Laboral de Zamora y también director del centro. Un hombre activo en su jubilación puesto que no dejó de escribir artículos de opinión en varios diarios. Tras una larga enfermedad en el día de ayer el profesor y director jubilado de la Universidad Laboral, columnista y en tiempos paseante zamorano, fallecía en el día de ayer a la edad de 76 años.
La misa de funeral será esta mañana a las 10 en la Iglesia de María Auxiliadora, tras la misma se procederá a la conducción del cadáver al crematorio de la Soledad donde se procederá a su incineración.
Un hombre entrañable y gran conocedor del mundo de las letras, amante de la literatura y escritor así como gran docente. Pasó el final de carrera como profesor en la Universidad Laboral que hoy se entristece con su fallecimiento. D.E.P don Manuel Prieto Peromingo”.
 
A través de su hija María tuve noticia del fatal desenlace y sentí que una parte de mi vida se quedaba huérfana. Veía que a esas reseñas periodísticas, aun siendo afectuosas y correctas, les faltaba corazón, les faltaba la chispa de emoción que él supo encauzar en mi cuando entró en mi vida, les faltaba esa profunda admiración y agradecimiento que supo despertar en mí.
 
Tratando de recuperar algunos recuerdos de todo lo que significó en mi vida, encontré en un estante de mi librería un libro encuadernado en piel cuyas hojas, ya amarillentas por el paso de los años, eran unas simples cuartillas escritas por mí a máquina cuando tenía 20 años. Decían así al comienzo:
 
“En este libro reúno gran parte de las poesías y cartas del que ha sido mi maestro: Manuel Prieto. Sin embargo, si me decido a ponerlo, se debe a varias razones. En primer lugar, conocer la vida y la psicología de aquél que me forjó como escritor, como poeta, como humano, como hombre en definitiva. En segundo lugar, porque a través de sus cartas se refleja gran parte de mi vida y mi psicología, que de haber sido escrita por mí, inexorablemente hubiera sido un poco parcial. Nuestras vidas, desde que nos conocimos, estuvieron fuertemente conexionadas. Él me enseñó muchas cosas, y creo que yo también le enseñé alguna. Este conjunto representa el más firme balance y estudio de Manuel Prieto, desde que lo conocí”.
 
No conservaba sus cartas, pero sí la transcripción que hice de ellas y dejé encuadernadas en ese libro, auténtica joya de mi juventud. Pero si son cartas personales ¿qué interés pueden tener para otras personas el poder leerlas? A este respecto debo aclarar que no se trata de cartas “normales”, de esas que cualquiera escribía cuando la gente se comunicaba por carta porque no existía Internet, ni redes sociales, ni nada de eso que hoy nos parece tan corriente y tan indispensable. En aquella época la gente se comunicaba por carta, la cual tardaba varios días en llegar a su destino y después, el destinatario, cuando encontraba tiempo suficiente para ponerse a escribir, las contestaba y una vez hecho esto, debía encontrar el momento adecuado para ir al estanco, comprar el sello y ponerla en el buzón de correos. De ahí, otra espera de varios días hasta que llegaba la respuesta a su destinatario.
 
Pero, como digo, las cartas “normales” son aquellas en las que decimos lo que hemos hecho, lo que nos ha pasado y/o lo que vamos a hacer. Por el contrario, las cartas que nos escribíamos Manuel Prieto y yo eran completamente diferentes porque hablaban de sentimientos, de emociones, de reflexiones sobre la vida… y en aquellos años, entre 1965 y 1969, cuando yo tenía de 16 a 20 años, en esa etapa en que se pasa de ser un crío a ser un adulto, el mundo de las emociones y sentimientos está en plena ebullición, anda desorientado… y necesitado de una mano amiga que te escuche y te oriente, que te ayude a encontrarte a ti mismo. Esa mano fue la suya, y eso que apenas si era seis años mayor que yo, pero era algo así como un hermano mayor, alguien a quien se quiere y se admira. Y sus consejos eran sabios a pesar de su juventud.
 
Este libro habla de él, no de mí, aunque las palabras que recoge fueran dirigidas a mí; pero me resultaron tan útiles que considero un terrible egoísmo marcharme de esta vida sin haber dado la oportunidad de que alguien más pueda leerlas y beneficiarse de las mismas. No va a ser este un best-seller, por supuesto, ni pretendo vender muchos ejemplares del mismo. Con que una o dos personas más acierten a leer este libro me doy por satisfecho.
 
Decía en una ocasión, Manuel Prieto, que “el ser profesor es eso. Nunca conoces los frutos de tus esfuerzos”. Y después reconocía que con que uno o dos alumnos supiesen sacar provecho de lo que intentaba enseñar se daba por satisfecho.
 
Pues a eso vamos en este libro titulado “Asignatura: la Vida” que puedes encontrar en Amazon (en ediciones digital e impresa)…
 
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