viernes, 21 de enero de 2022

Cómo dar bien las malas noticias

Si nos fijamos en las páginas de cualquier periódico o en los informativos de cualquier emisora de radio o cadena de televisión, veremos que la mayor parte de las noticias se refieren a aspectos negativos de la vida, y un alto porcentaje de los mismos estarán directamente relacionados con la muerte: accidentes, atentados, violencia de género, desastres naturales, guerras, epidemias...
 
Raro será aquél periodista que en algún momento no haya de cubrir alguna de estas noticias, y son muchos quienes las cubren de manera habitual (y no digamos si se trata de corresponsales de guerra), pero el periodista no es sólo un profesional de la comunicación, también es... una persona, y como tal se ve afectado por estos acontecimientos. El estar trabajando en medio de desastres (sean naturales o provocados por el hombre), entrevistando a personas en el mismo momento en que padecen el punto más álgido de dichos sucesos traumáticos, acaba haciendo mella en la psique del periodista llevándole en algunos casos a ser víctima de la propia noticia que estaba cubriendo. El periodista que convive con sucesos traumáticos puede acabar también padeciendo un estrés post-traumático.
 
Se hace, pues, necesario, que el periodista (y por supuesto también los editores), sean conscientes de este riesgo y preparen adecuadamente a sus reporteros; y no sólo deben prepararlos para cubrir esas informaciones, sino que deben prestarle su apoyo antes, durante y después. Sólo así se podrá minimizar el riesgo y sólo así se podrá recuperar anímicamente a esos profesionales de la Comunicación víctimas de tan terrible entorno.
 
Hace unos años, como director del diario digital “AZprensa”, dediqué un gran esfuerzo para la formación y preparación de los periodistas. Una de aquellas iniciativas fue la organización de los llamados “Foros AZprensa”, en donde traía a expertos en diversos campos (científicos, periodistas, etc.) para que expusiesen sus últimas aportaciones. Unos encuentros dedicados a todos los periodistas con el objetivo de que después estos divulgasen a su vez la información recibida.
 
Uno de los temas abordados lo titulé “El periodista y la tragedia”, para lo cual invité al periodista británico Mark Brayne, responsable para Europa del “Dart Center for Journalism & Trauma”, una entidad cuyo objetivo es, precisamente, ayudar a los periodistas que cubren este tipo de situaciones traumáticas. El foro tuvo lugar –como la mayoría de “Foros AZprensa” celebrados, en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid. Pero ha pasado unos años y la situación del mundo y del periodismo no es muy diferente a la de entonces, por ello sigue teniendo vigencia todo lo que se habló en aquella ocasión, motivo por el cual he traducido el contenido de aquél Foro para ofrecerlo de nuevo a los lectores interesados y aportar así un nuevo granito de arena que sirva de ayuda a los periodistas, a sus editores y a todos cuantos deben informar sobre este tipo de situaciones.
 
Como la muerte es compañera permanente de las tragedias, he dedicado la segunda parte del libro a aclarar conceptos y recuperar consejos de los expertos sobre la etapa final de la vida del ser humano. Un periodista que informa sobre los sucesos antes mencionados, debe conocer y diferenciar perfectamente toda una serie de conceptos relacionados con la muerte, con el cuidado a los enfermos terminales e incluso dominar el arte de “dar bien las malas noticias”.
 
Para este cometido he recurrido a una serie de documentos elaborados por la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC) en donde trabajé como responsable de Comunicación en mi última etapa profesional. Desde allí contribuí a divulgar entre periodistas y entre la opinión pública general todos estos aspectos relevantes de la información y comunicación con las personas que se encuentran en la última fase de su vida y de la divulgación periodística de dichos acontecimientos. Pero no sólo me dediqué a la divulgación de estos temas sino que también organicé diversos actos formativos al respecto dirigidos específicamente a los periodistas para que estos adquiriesen los conocimientos necesarios para informar con propiedad y acierto sobre tan delicados temas.
 
De todo ello va este libro, de la importancia de cuidarse como periodista y ser humano cuando debe cubrirse información de tragedias; de saber cómo abordar a las personas que viven tan desoladores episodios para ayudarles a superarlos y obtener de ellas la información que buscamos; de conocer la terminología exacta para contar nuestras historias de una manera correcta y profesional para que todo el mundo las entienda y quede perfectamente claro de qué estamos hablando.
 
Espero que este libro os sea de utilidad cuando vayáis a cubrir informativamente alguna tragedia y también como herramienta de consulta para tener a mano la definición exacta de una serie de términos que con demasiada frecuencia se confunden y crean mayor confucionismo aún entre la audiencia.

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