viernes, 26 de noviembre de 2021

Primer libro de lectura

El día 5 de abril de 1957 (cuando yo tenía 8 años) me regalaron este librito titulado “Nosotros. Primer libro de lectura”. No era el primer libro que leía, pero seguro que para otros muchos niños de aquella época sí lo fue.
 
Su primera edición fue en el año 1954 y para el año 1957 ya llevaban impresas 16 ediciones, lo que da buena idea del éxito del mismo. Su autor era Quiliano Blanco Hernando y la editorial Sánchez Rodrigo de Plasencia (Cáceres). Como dato anecdótico, señalar que su precio era de 8 pesetas, es decir, 4 céntimos de euro.
 
Cualquiera que lea este libro hoy día, quedará horrorizado ya que es políticamente incorrecto, machista, racista, fascista… y todos los “ista” que queráis añadirle. Se enaltece a Francisco Franco, se relega el papel de la mujer a ser madre y esposa, se dan al marido las riendas del destino familiar, se enaltece la obediencia a los padres y superiores, se dan consejos de vida cristiana, y se recogen historias y fábulas con moraleja para que los niños vayan aprendiendo y asimilando los principios y valores que reinaban en la sociedad por aquél entonces.

Si hoy día se pusiese a la venta en las librerías, rápidamente se producirían manifestaciones, apedrearían las librerías, formarían grandes piras para quemar todos los ejemplares, y se rasgarían las vestiduras escandalizados, reclamando al gobierno que prohibiera esa edición y encarcelase a los autores.
 
Podemos comprobar así, cómo las cosas no han cambiado nada en todos estos años. Antes se imponían unos criterios y ahora… nos imponen otros diferentes y generalmente opuestos, siempre –antes y ahora- con intolerancia hacia quien opina diferente o a quien –simplemente- quiere razonar y formar su propia opinión sin que nadie se la imponga.
 
Por cierto, todos esos niños que leyeron aquello y recibieron aquella educación, fueron después… personas normales.
 
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viernes, 19 de noviembre de 2021

Misterios del universo

También el “Diario 16” abordó en sus coleccionables un tema tan de moda a finales de los sesenta como el del universo, en plena carrera espacial entre Rusia y Estados Unidos. Cada semana entregaba gratuitamente con el ejemplar del diario un fascículo de 16 páginas del coleccionable “Misterios de Universo” que llevaba como subtítulo: “De lo infinitamente pequeño a lo infinitamente grande”.
 
Editado en papel de periódico pero a todo color, con numerosas fotografías, esquemas, gráficos, etc., nos hablaba de los últimos avances tecnológicos, del conocimiento del universo, de la exploración espacial, de nuestro sistema solar, de la exobiología, etc.
 
Esta fue otra muestra de aquellas impagables colecciones (nunca estuvieron a la venta y sólo pudieron conseguirse gratuitamente al comprar el periódico) que recogieron el saber de una época. Entonces no había Internet y este tipo de compendios del saber, centrados en temas monográficos, resultaban imprescindibles a la hora de profundizar en el conocimiento de esas materias o a la hora de buscar datos o informaciones concretas.
 
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viernes, 12 de noviembre de 2021

Cíclope, la incógnita del espacio

Corría el año 1969 y el fenómeno OVNI llenaba las páginas de los periódicos con avistamientos por todas partes del globo, Estados Unidos se colocaba como líder de la carrera espacial al conseguir enviar la primera misión tripulada a la Luna, la ciencia-ficción copaba los escaparates de las librerías y las carteleras de los cines, y la moda de los fascículos coleccionables arrasaba en España. Con todos estos ingredientes era lógico que una editorial creada a tal fin, Cíclope S.A., se lanzase al mundo de los fascículos con una propuesta hecha a medida para todos los interesados por los misterios del universo.
 
En un papel de gran calidad y a todo color, cada semana llegó a los quioscos un fascículo de “Cíclope, la incógnita del espacio” que dio lugar a dos tomos que después se pudieron encuadernar mediante las correspondientes tapas puestas a disposición de los que siguieron con interés esta colección.

El primer tomo, con 480 páginas, abordaba todo tipo de fenómenos y hechos relacionados con el espacio, tanto en el presente como en el pasado. Por supuesto estaba bien representado el fenómeno OVNI así como los más diversos misterios de la antigüedad y el conocimiento más actual del universo en un lenguaje asequible para todos y agradable a la vista por las numerosas fotografías e ilustraciones que incluía.

El segundo tomo, de 464 páginas, se adentraba, de manera científica pero también filosófica, en el futuro de la humanidad, en las nuevas fronteras que estaba abriendo la ciencia, en el impacto del hombre sobre el medio ambiente, en las posibilidades de contacto con civilizaciones extraterrestres, etc.
 
Investigadores como Antonio Ribera o Marius Lleget, participaban en esta edición y decían cosas como estas: “¿Hay vida en el universo? Sí, por supuesto que la hay, porque nosotros somos Vida y nosotros formamos parte del Universo; no somos unos meros espectadores colocados al margen de la Creación”. Porque “en este afán de conocer, de saber, de ir más allá, reside nuestra grandeza y se halla el motor que ha hecho posible nuestra Historia”.
 
Pero sólo los afortunados que tuvimos la paciencia y oportunidad de reunir estos fascículos disponemos desde entonces de esta memoria viva de lo que fueron los albores de la ciencia-ficción que hoy día ya se ha convertido más en ciencia que en ficción.
 
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viernes, 5 de noviembre de 2021

A través de las dificultades hasta las estrellas

El laboratorio farmacéutico Astra se fundó en Suecia en el año 1913 y existió como tal hasta 1999 cuando se fusionó con el británico Zéneca para formar AstraZéneca (¡cuánto suena hoy ese nombre!) que se situó en aquél entonces como el tercer laboratorio más grande del mundo.
 
Una de las cosas más peculiares de este laboratorio fue el orgullo de pertenencia al mismo de sus trabajadores, los cuales estaban comprometidos al máximo con este laboratorio en una especie de patriotismo corporativo. Durante muchos años, Sven Sundling fue el máximo responsable de la Comunicación Corporativa (lo que hoy se llama “Dircom”) y tuvo acceso, en función de su cargo, a todo tipo de informaciones sobre el laboratorio. Esto le permitió años después escribir un libro sobre la historia de Astra, con todo lujo de detalles y fotografías históricas.
 
Pero lo más curioso del caso es que este libro no sólo lo escribió cuando ya estaba fuera de la compañía, sino cuando Astra ya no era Astra sino que se había transformado en AstraZéneca. Y narró en él todo lo bueno y lo malo acontecido durante aquellos años, los grandes éxitos (Xylocaína, omeprazol, etc.) y también terribles fracasos (talidomida). Nos cuenta cómo se llegó al descubrimiento sus principales fármacos, como algunos de los investigadores llegaron a experimentar en sí mismos esos prometedores medicamentos.
 
Con todo, lo peor fue que este libro vio tarde la luz. Cuando se publicó ya no existía Astra sino otra compañía llamada AstraZéneca. Aunque estaba escrito en inglés, con vocación de una amplia difusión en todo el mundo, sólo alcanzó como lectores a los fieles empleados de este laboratorio, en especial a los suecos. A España sólo llegaron dos ejemplares, uno para el presidente de AstraZéneca en España, Carlos Trias, y otro que Staffan Ternby, vicepresidente de Comunicación en Suecia, me envió directamente a mí.
 
Su título está escrito en latín: “Per aspera ad astra” pudiendo leerse bajo él dicho título en inglés “Through difficulties to the stars”. Es un buen ejemplo de lo que deberían hacer todos los laboratorios con historia: rescatar del olvido la trayectoria que no es otra cosa que el trabajo y dedicación de todos sus empleados por levantar un proyecto común. Claro que entonces los empleados eran personas, eran parte de la compañía; ahora, en cambio, los empleados son números que pueden reemplazarse o suprimirse en cualquier momento.
 
Para todos lo que ya tenemos unas cuantas décadas y hemos tenido la suerte de trabajar en compañías donde se valoraba y cuidaba a los empleados, es una alegría rememorar aquellos tiempos en que las empresas eran humanas porque eran, simplemente, el conjunto de personas que la componían. Y yo mismo lo he reflejado así en la historia profesional que me tocó vivir como Dircom: “El legado farmacéutico de Alfred Nobel” (Amazon) en donde cuento una historia aún más amplia que la de este libro: Desde el año 1790 en que comenzaron a gestarse las primeras compañías que darían lugar (fusión tras fusión) al nacimiento de AstraZéneca, hasta el año 2016.
 

“El legado farmacéutico de Alfred Nobel", la historia de AstraZéneca, desde sus orígenes, en español.
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
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