Se trata de un diálogo entre dos amigos, el autor (que
posiblemente también representó dicho papel puesto que así figura en el texto)
y Paquita. Ambos se enfrentan al reto, como aficionados al teatro que son, de
representar una obra para recaudar fondos que ayuden a sufragar el coste de las
obras de remodelación y mejora del Asilo de ancianos. Paquita y Gaspar hablan
en verso en el escenario de un teatro, simulando que este se encuentra vacío en
espera de que allí se represente lo que ellos están ensayando y que, en
realidad, es la representación en sí de esta obra de teatro corta o “juguete”
escénico.
(Se alza el telón)
Gaspar
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Tú dirás a qué venimos
al teatro, en una tarde
que es tan fría.
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Paquita
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¿Cómo fría?
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Gaspar
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¡Pues ya lo creo y bastante!
¡Como si fuera de enero!
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Paquita
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Es que el frío está en la sangre.
En Madrid hay una cuesta,
la cuesta de enero ¿sabes?
que no la puede subir
ninguna empresa.
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Gaspar
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Adelante.
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Paquita
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Y es que ya, por ese tiempo
se va la gente a otras partes;
eso sucede en la Corte,
en los pueblos ¿qué diantre?
siempre aquí somos los mismos
aunque hagamos poco arte.
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Gaspar
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Bien, Paquita, tú serás
la que dirijas la nave,
es decir, el aeroplano
y ya estamos en el aire.
(Mira a todos lados como si sintiera frío)
¡Y que sopla que es un gusto!
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Paquita
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Vas, de miedo, a congelarte.
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Gaspar
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(Mira de nuevo)
Pero ¡qué viento! ¿Recuerdas
cómo hicieron su viaje
Don Quijote y Sancho Panza?
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Paquita
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Pues sí quisiera acordarme.
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Gaspar
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(Riendo y montando a caballo en una silla)
Un caballo de madera
y un fuelle en salvo la parte;
tapan sus ojos y gritan
“tenerse bien, agarrarse,
que ya vais cerca del sol”.
Y uno les tuesta el semblante
con una estopa encendida.
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Paquita
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(Riendo)
Y el otro venga a soplarles.
Ya me acuerdo, ¡qué bonito
El Quijote de Cervantes!
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Gaspar
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Vamos, Paca, a lo que importa:
¿Qué hemos de hacer?
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Paquita
|
Ayudarles
a las buenas Hermanitas,
en sus empresas y afanes;
los ancianos del Asilo
tienen donde cobijarse,
pero no tienen iglesia,
la que empezaron se cae...
Vamos, pues, a trabajar,
que no lo haremos en balde;
a reunirles dinero
con funciones teatrales
que terminen su capilla
y los ancianos la alaben
y que por nosotros recen
y...
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Gaspar
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(Tapándole la boca)
Basta ya.
Que te calles.
Ya está el público enterado,
pero dime el plan de ataque.
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Paquita
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Has de trabajar en todo,
o en casi todo. ¿Ensayaste
bien los papeles?
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Gaspar
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Pues eso,
que no los se bien.
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Paquita
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¡Tunante!
Eres muy desaplicado.
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Gaspar
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¿Yo?
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Paquita
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Sí, tú.
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Gaspar
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¡Qué disparate!
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Paquita
|
Me has engañado.
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Gaspar
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No, tú
fuiste la que me engañaste:
“Que es bonito, que es sencillo,
que va a ser muy agradable,
anda, que pronto lo aprendes”...
Eso dijiste.
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Paquita
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Y tomaste
los papeles que quisiste.
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Gaspar
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Y supiste engatusarme.
¡Cuántas Evas pecadoras!
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Paquita
|
¡Y cuánto Adán abundante!
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Gaspar
|
Bueno, encomiéndame.
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Paquita
|
¿A quién?
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Gaspar
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Busca tú en el almanaque
al santo de los actores.
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Paquita
|
No habrá para qué cansarse,
que aunque trabajemos mal,
con intentarlo es bastante.
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Gaspar
|
Ya pienso que el arte escénico,
al que quieres elevarme,
es Clavileño, el caballo,
y que subo por los aires,
y quema el público estopa,
y que me caigo... y te caes.
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Paquita
|
Déjate de bromas; vamos
a vestirnos.
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Gaspar
|
No te canses,
Paquita. ¡Nuestra labor
es tan insignificante!
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Paquita
|
Nunca es corta la limosna
si la da un corazón grande,
y tú la limosna das...
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Gaspar
|
(Riendo)
Sí, de un trabajo...gigante.
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Paquita
|
Y Dios ha de bendecir
a cuantos tomamos parte
en estas funciones: unos,
pagando localidades,
otros trabajando aquí,
dando algunos sus jornales,
o estudiando o discurriendo
todos con fines loables.
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Gaspar
|
La verdad es que el Asilo
bien merece esfuerzos tales,
porque allí se alberga el pobre...
y quizá irán nuestros padres;
tal vez nosotros vayamos
a recibir los raudales
de alegría y de consuelo
de aquellas benditas madres.
|
Paquita
|
Dices bien. ¡Benditas sean
las Hermanas, esos ángeles
de caridad, de ventura,
que son de Cristo la imagen!
Ellas recogen los pobres,
los ancianos miserables;
visten sus cuerpos desnudos,
limpian, con amor, sus carnes,
los ponen al sol de Dios,
les hablan grato lenguaje
y les cantan como pájaros
entre dorados alambres,
mientras se va adormeciendo
al son de aquellos cantares
la ancianidad, que recuerda
la abuelita venerable.
|
Gaspar
|
Dices bien, a trabajar
porque pueda terminarse
la capilla del Asilo,
y en recinto confortable
canten vírgenes y ancianos
¡Salve, Virgen madre, salve!
|
Paquita
|
Dale el último repaso
a tu papel, a aplicarse;
yo he de repasar el mío,
y a las niñas de mi clase
y de los demás colegios,
también haré que repasen
sus comedias y zarzuelas
para que afinadas canten.
Quisiera que nos oyesen
los ancianos, que no saben
lo que es teatro, ni gozan
de placeres semejantes...
Les hemos dado las Pascuas,
hemos ido a regalarles
mantecados y bizcochos
y tortas y mazapanes;
pero no han saboreado
este placer inefable
de mirar a nuestra infancia,
la que vieron alejarse,
y olvidar, por un momento,
su vejez y sus achaques.
|
Gaspar
|
(Muy contento)
Yo también celebraría
que pudieran escucharme.
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Paquita
|
¡Eso es lo que yo quería!
¡He logrado entusiasmarte!
Ya verás que bien trabajas,
ya verás cómo te aplauden.
Aquí el público benigno
(señala a las butacas)
y allí la Hermanita amable
(señala al fondo).
Mírala por donde cruza
con una anciana esa calle.
(Cruzan la escena y se detienen una Hermanita y una
anciana).
Le da la mano, la abriga,
consigue que se levante
cuando sus piernas flaquean,
que al cielo los ojos alce,
que en su desgracia sonría
y que olvide sus pesares.
Oye la voz de esa Hermana,
mira cómo va a expresarse.
|
Hermana
|
(Recita el siguiente soneto):
Yo no busco el amor que busca ufano
el fácil goce de la alegre orgía,
ni aún el bendito amor que al cielo envía
germen fecundo del linaje humano;
yo no busco el aplauso del mundano,
no hay en mi caridad filantropía,
que a más alta región el alma mía
endereza su aliento soberano.
Yo busco lo inmortal, aquél seguro
que no se encuentra en el vivir del suelo,
sino clavando el cuerpo al leño duro.
Del lago del placer huye mi vuelo;
busco en el hombre a Dios, al amor puro,
mi amor es caridad mirando al cielo
(Desaparecen lentamente la Hermana y la anciana).
|
Gaspar
|
La escuché regocijado
y las he visto alejarse,
admirando esa virtud
y ese amor inenarrable.
Ya no siento tanto frío,
que has logrado entusiasmarme.
Venga ese programa, venga.
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Paquita
|
Tú y yo, la primera parte.
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Gaspar
|
¿Nosotros los primeritos?
¡Hay que miedo!
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Paquita
|
¿Te asustaste
ya otra vez?
|
Gaspar
|
Yo no, Paquita.
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Paquita
|
Pronto se acaba el examen:
“El castigo del orgullo”
con actrices admirables;
luego “La Venta y la burra”
donde la burra al fin sale,
y con “La Venta del jaco”
los gitanos nos distraen.
Más tarde “Las hijas de Eva”,
de bellezas ejemplares,
y una zarzuela, por fin,
de ese bullicioso enjambre.
(Se siente el canto y alboroto de niñas que se van
acercando).
Esa es la vida a torrentes
que Dios bendito nos trae,
cantos de Choza y Palacio
que vas un punto a escucharles.
(Aparece cantando el coro de niñas, que se aleja
bulliciosamente).
|
Gaspar
|
Sin ese alegre gorjeo
¡qué tristeza nos invade!
Mas al rumor de esas risas
va la vida deslizándose,
como del limpio arroyuelo
los rumorosos cristales.
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Paquita
|
¿Ya estás dispuesto, Gaspar?
|
Gaspar
|
Ya hemos charlado bastante:
Demos limosna a los pobres;
a trabajar, a ayudarles;
la caridad es bendita
y es muy rica, inagotable.
|
Paquita y Gaspar
|
(Paquita y Gaspar, cogidos de la mano, se dirigen al
público):
La caridad es la fuente
de amor que nunca se agota,
y una limosna es la gota
que va haciendo la corriente;
dichosa el alma que siente
tal virtud, que ahoga las penas
así propias como ajenas.
Da una limosna a tu hermano,
que a quien da al pobre la mano
Dios da el bien a manos llenas.
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