También el gusto nos engaña.
Por ejemplo: ¿has tomado alguna
vez un helado con sabor a vainilla?
Pues te aseguro que no.
¿Cómo que no?
Muy
sencillo: la vainilla no es un sabor sino un olor, pero nuestros sentidos nos
engañan y nos hacen percibirlo como un sabor.
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