martes, 1 de octubre de 2019

Engordar para morir

Ella:

No deja de sorprenderme
esta faceta poética
a todas luces inédita
que a mi me ha dejado inerme.

Bienhallados sean los gordos
puesto que de ti han sacado
este tesoro enterrado
al que hicimos oídos sordos

Yo te animo a que prosperes
en esta grata labor
sin que te cause rubor
y sin que aplausos esperes.

No es que esté gorda...
es que veo que a este paso
no te da tiempo a poner
las dos frases que te cedo
para así llegar sin miedo
al final de esta gordura
puesto que tengo premura
por ya dejar de comer
y acabar esta locura.

PD.- Si no quieres peroratas
mañana ya lo rematas.

Él:

Su grasosa Majestad:
El pesebre de lo absurdo
ya está lleno a rebosar;
sólo falta poner uno,

y ese uno se lo dejo
para que usted lo remate,
con gordura y con gracejo,
pues tanta frase y dislate

nos va a dar indigestión,
y a este paso reventamos
antes de comer turrón
en las fiestas que esperamos.

Por eso quiero que vos
pongáis fin a la función,
pues no quiero que alguien cuelgue
un letrero que recuerde:
“Cerrado por defunción”

Ella:

Hemos llegado a las mil
a las mil frases de gordos
y acabado este festín
tendré que hacer oídos sordos
y pasar las de Caín
cuando vaya a Marquinetti
acompañada por ti
y contemple esos manjares
sin poderlos engullir...

Y siento que esto termine
aunque todo tiene un fin
pues comiendo sin mesura
y de paso sin cordura
haber llegado hasta aquí
siento decirte que ha sido
ENGORDAR PARA MORIR.


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