miércoles, 20 de noviembre de 2024

¿Qué te apuestas?

Ya hemos hablado de la técnica para recordar los sueños, pero lo que me ha llamado después la atención –y por eso quiero compartirlo con vosotros- es un sencillo ejercicio para ayudarnos a recordar los sueños. A mí me ha parecido algo así como una apuesta, como lanzarle un reto a nuestra consciencia diciéndole “¡A que soy capaz de recordar mi sueño! ¡Qué te apuestas!”. Y no está mal hablar así al ser superior del que formamos parte, porque en el mundo espiritual existe -¡afortunadamente!- el sentido del humor.
 
Pues bien, esa apuesta se hace de la siguiente forma: Pon un vaso de agua en la mesilla de noche. Al ir a acostarte, bebe la mitad y dile a tu consciencia que cuando te despiertes y te bebas la otra mitad recordarás lo que has soñado. Al despertarte, bebe esa otra mitad del vaso de agua, tal como apostaste, y comprueba si tu consciencia ha aceptado el reto y te trae de nuevo aquello que viviste cuando soñabas durante la noche. Porque tu consciencia –durante el sueño- está a medio camino entre el estado subconsciente y consciente, por lo que puede trasladar vivencias de un lugar a otro. ¡Dile que se atreva a traértelas de nuevo por la mañana cuando bebas ese medio vaso de agua!
 
PD.- Si por lo que sea, esta técnica no te funciona, no te preocupes, porque beber agua nada más despertarnos es muy bueno para nuestra salud, así que no habrás perdido el tiempo con este juego.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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martes, 19 de noviembre de 2024

Soñamos todos los días

 
Todos los seres humanos soñamos todos los días y sin embargo casi nunca recordamos que hemos soñado, o si recordamos algo del sueño enseguida lo olvidamos.
 
Desde un punto de vista de salud física y mental, el soñar es imprescindible para tener buena salud. Se ha demostrado científicamente cómo privar a las personas de la capacidad de soñar (despertándolas cada vez que entraban en la fase de sueño) empeora su salud.
 
Pero desde un punto de vista espiritual, los sueños son la etapa de la vida en que más cerca estamos del mundo en donde reside el alma.
 
Sin embargo hay una dejadez generalizada respecto a los sueños, a los que no damos importancia y por eso somos incapaces de recordarlos y si recordamos algo lo olvidamos inmediatamente. Porque para recordar los sueños, lo primero y fundamental es “querer recordarlos”. Luego ya vendrá todo lo demás.
 
Y ¿por qué no queremos recordar los sueños? Pues muchas veces es porque no queremos enfrentarnos cara a cara con nosotros mismos; tenemos miedo a vernos como realmente somos.
 
Tenemos que aprender a conocernos a nosotros mismos y los sueños nos ayudan a conseguirlo.
 
Hay una frase que me ha resultado muy ilustrativa: “Cuanto más vamos hacia el sueño, más viene él hacia nosotros” (1)
 
(1)   Mario Mercier, “Le monde magique des revés”.
 

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lunes, 18 de noviembre de 2024

Ora et labora

Esta popular frase en latín lo dice muy claramente: Reza y trabaja. Muchos se creen que basta con rezar, con desear cosas, para que estas se cumplan, y tras esa oración o ese simple deseo, siguen como antes, haciendo el vago, esperando que alguien les resuelva o les consiga aquello que quieren obtener. Y no, no es así como funcionan las cosas.
 
Rezar está muy bien, desear las cosas y la solución a los problemas está muy bien, pero nada se soluciona por sí mismo es necesario que nosotros intervengamos de forma activa, es decir, que “trabajemos”.
 
Quieres aprobar un examen y rezas para que te aprueben… pero no estudias. ¿Cómo piensas que vas a aprobar? ¿Se va a examinar Dios en tu nombre para responder a todas las preguntas del examen y que así apruebes?
 
Quieres lograr un ascenso en tu trabajo y lo deseas con fuerza, pero… ¿te esfuerzas en tu trabajo? ¿Tratas de alcanzar los objetivos que se esperan de tu puesto de trabajo? ¿Dedicas tiempo a hacer mejor las cosas, a formarte y a poner todo tu esfuerzo en conseguirlo? Si no lo haces y sólo estás en plan pasivo ¿qué es lo que van a ver en ti tus superiores? Sólo un holgazán al que por supuesto no van a recompensar de ninguna manera.
 
También en el mundo de los sueños, del que venimos hablando estos días, sucede algo similar. Queremos tener sueños agradables y que nos inspiren y aporten soluciones para los problemas de nuestra vida. Incluso hemos dado el importante paso de meditar y visualizar lo que queremos para que así nos llegue mejor la inspiración a través del sueño. Muy bien ¿y qué? ¿Qué hacemos después? Seguramente hemos recibido algunas ideas brillantes durante el sueño, sugerencias de lo que deberíamos hacer, pero… ¿nos dedicamos después a trabajar para hacerlas realidad? ¿O es que simplemente nos quedamos sentados esperando que todo se resuelva por sí mismo sin que pongamos en ello ni la más mínima gota de sudor con nuestro esfuerzo?
 
A través del sueño recibimos (incluso sin pedirlo expresamente) sugerencias e ideas –eso que podemos llamar “inspiración”- para mejorar nuestra vida, pero una vez recibidas esas ideas hay que trabajar para ponerlas en práctica, y así –día tras día- ir diciendo a la mente universal que somos buenos estudiantes, que cada inspiración positiva que recibimos durante el sueño, la ponemos en práctica al día siguiente.
 
Si tú brindas ideas y ayuda a una persona y esa persona rechaza la ayuda e ignora las sugerencias que le haces… ¿vas a seguir ayudándola o la vas a mandar a paseo? Pues esto es lo mismo. Si no hacemos caso a la inspiración que nos llega durante el sueño y no la ponemos en práctica… nos iremos embruteciendo y ese maravilloso mundo de los sueños cada vez será más oscuro e inalcanzable para nosotros.
 

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domingo, 17 de noviembre de 2024

¿Puedo soñar lo que quiera?

Seguro que te has planteado esta pregunta alguna vez o cuando menos has pensado que te gustaría poder elegir tus sueños. Ahora bien ¿es eso posible? La respuesta es “sí” y “no”. “Sí” porque es posible conseguirlo en algunas ocasiones; “no” porque resulta muy difícil conseguirlo y porque de lograrlo sólo es posible en algunas ocasiones aisladas y –en cierto modo- fuera de nuestro control.
 
El punto de partida para esto se llama “meditación”. Si estás acostumbrado a meditar, te resultará relativamente fácil conseguir que en algunas ocasiones –sólo en algunas- sueñes con aquello que deseabas. Si sólo meditas de tarde en tarde, te resultará mucho más difícil conseguirlo. Si no dedicas nunca tiempo a la meditación, prácticamente te resultará imposible, y cuando alguna vez así suceda, habrá sido por otras causas, no por tu deseo de conseguirlo.
 
La técnica que se utiliza en la meditación es lo que se llama “visualización”. Hay que focalizar la meditación en el asunto concreto sobre el que deseamos obtener inspiración a través del sueño (ese momento en que nuestra mente entra en contacto con la mente universal). A través de ese proceso de visualización “materializamos” nuestro deseo, hacemos que mentalmente se convierta en realidad y, una vez conseguido, damos gracias a la mente universal con el convencimiento de que al soñar recibiremos esa inspiración que hemos solicitado.
 
Haciéndolo así, en algunas ocasiones –repito: sólo en algunas ocasiones aisladas- soñaremos con aquello que deseábamos y recibiremos la inspiración que anhelábamos.
 
Por otra parte hay que recordar que para fortalecer nuestra capacidad de “control” (lo pongo entre comillas porque nunca vamos a poder controlar los sueños, sino sólo y simplemente vamos a poder aprender a recordar los sueños y aprender de ellos) es preciso que –como ya hemos indicado en otras ocasiones- tratemos de recordar todo lo que podamos del sueño nada más despertarnos, en la misma cama, en la misma posición, sin movernos para que esas imágenes no se diluyan como el humo de una bocanada de cigarrillo; y después, nada más levantarnos escribirlo inmediatamente. Haciendo esto un día tras otro, nos daremos cuenta que cada vez nos resulta más fácil, más agradable y más instructivo, recordar nuestro sueños e incluso recibir a través de ellos la inspiración que deseemos para nuestro progreso personal e incluso profesional.
 

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sábado, 16 de noviembre de 2024

Los viajes del alma

Una noche estaba durmiendo cuando noté que había alguien de pie junto a mi cama, observándome, sentí su presencia inquietante aun sabiendo que lo único que hacía era observarme, pero al mismo tiempo me di cuenta que esa persona que estaba allí en pie, junto a mi cama, mirándome a mí, en realidad no me miraba a mí, sólo miraba mi cuerpo... porque esa persona que observaba aquél cuerpo durmiente era yo. Me había desdoblado y estaba en dos sitios al mismo tiempo. Fue una sensación tan extraña esa de estar viéndome a mí mismo desde fuera que me desperté sobresaltado. Me incorporé, inspeccioné la habitación y comprobé que no había nadie; efectivamente esa persona que me miraba de pie en la habitación era yo mismo… o quizás debería decir mejor que esa persona era mi “alma” que por un momento de había alejado de mi cuerpo.
 
¿Puede el alma salir del cuerpo cuando dormimos y viajar a otros lugares? Por supuesto que sí. Existe amplísima documentación al respecto, así como estudios y comprobaciones de la realidad de este fenómeno. Y no se trata de nada nuevo sino que todas las tradiciones de todos los pueblos que han habitado este planeta a lo largo de la historia nos hablan de estos “viajes astrales” que se producen durante el sueño.
 
Nosotros somos un alma o “cuerpo psíquico” encerrado en un cuerpo físico. A veces, durante el sueño, el alma puede hacer alguna “escapadita” y salir a visitar otros lugares. Vamos a ver, si te mantuviesen siempre encerrado en una habitación ¿no te gustaría salir de vez en cuando a estirar las piernas? Pues eso mismo le pasa  a nuestra alma, que siente deseos de salir de ese encierro, aunque sea de forma temporal antes de que llegue la muerte que –entones- ya será de forma definitiva.
 
Pero como el alma es energía su forma de viajar es diferente a como nosotros lo concebimos. Más que “viajar” lo que hace es “proyectarse” hacia otros lugares e incluso hasta otros niveles de existencia. A veces llegamos por primera vez a un lugar y lo encontramos familiar, nos parece haber estado allí con anterioridad aunque sabemos con certeza que nunca hemos estado allí y ni siquiera lo hemos visto antes ni en televisión ni en ninguna película. Esa sensación probablemente esté motivada porque en algún momento, en alguna de esas escapaditas de nuestra alma, llegó hasta dicho lugar y por eso ahora lo reconocemos y nos resulta tan familiar.
 
Lo queramos o no, estos viajes astrales involuntarios los hemos experimentado todos nosotros y los seguiremos experimentando, nos acordemos de ello o no. Por eso, el hecho de reconocer que esta posibilidad es real y se da con más o menos frecuencia, nos debería poner en guardia para aprovechar al máximo la experiencia y que todo cuando aprendamos y experimentemos durante dicha escapadita seamos capaces de recordarlo e integrarlo en nuestro actual equipaje de experiencias y conocimientos. Sabiéndolo será más fácil estar alerta y preparados.
 
Dile a tu alma que cuando vaya a emprender un nuevo viaje, te avise para aprovechar al máximo esa experiencia. Y una forma de hacerlo e irse preparando para esta aventura, es escribirlo rápidamente en un papel, en cuanto nos despertemos con la sensación de haber tenido una de estas experiencias. Escribir de inmediato todo cuanto hayamos visto y sentido. Al principio posiblemente sólo sean dos o tres líneas lo que alcancemos a escribir, pero según nos vayamos acostumbrando a hacerlo, cada vez nos será más fácil ir recordando más cosas y sobre todo cada vez nos resultará más satisfactorio y enriquecedor.
 

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