miércoles, 20 de septiembre de 2017

Cocinar nos hizo humanos

Según el doctor y catedrático de Fisiología y experto en Nutrición y Alimentación, José Enrique Campillo, Campillo, la cocina alejó evolutivamente al hombre de los simios proporcionando grandes ventajas para la evolución del cerebro. Conseguir una masticación más fácil permitió reducir las mandíbulas y los dientes, y el calor del fuego “desnaturalizó las proteínas y modificó los almidones permitiendo su mejor digestión”. Además, “el cocinado permitió el acceso a alimentos tan importantes como los cereales, las féculas y las legumbres que son vegetales que no podemos consumir crudos”.

Tal como explica este especialista de Nutrición, la cocina proporcionaba alimentos sin contaminación bacteriana, sin parásitos y permitió su conservación mediante el ahumado y la salazón. Es por ello que “la cocina acrecentó la socialización de nuestros ancestros”.

Igualmente, en este sentido, el logro de cocinar los alimentos permitió el desarrollo de un potente cerebro, que consume mucha energía metabólica, y exigió la reducción compensatoria del otro órgano que consume tanta energía, como es el aparato digestivo.  “Esto se logró mediante un cambio en los patrones de alimentación con el incremento de los alimentos de origen animal y reducción de los de origen vegetal y, sobre todo, la predigestión de los alimentos mediante el cocinado”.

No obstante, señaló que es difícil saber cuál es la alimentación perfecta, tanto por razones éticas como técnicas, aunque matizó que “la gente asiste alarmada a los continuos vaivenes respecto a la relación entre alimentación y la salud. Lo que hoy se considera sanísimo, al año que viene puede considerarse un veneno. Y todos estos vaivenes se jalean continuamente en las redes sociales y, en la mayor parte de los casos, por personas sin conocimientos adecuados”.

Por último, como médico, explicó que la alimentación y el estilo de vida más saludable es el que disfrutaban los cántabros ancestrales que decoraron las cuevas de Altamira: “Es la paleodieta que hoy ha colonizado por completo clínicas, consultas de nutrición y gimnasios. Numerosos estudios científicos muy rigurosos aseguran que para estar sanos y para prevenir las llamadas enfermedades de la opulencia y la civilización (diabetes, problemas cardiovasculares, obesidad, cáncer, demencia, etc.) debemos acercarnos lo más que podamos a la alimentación y estilo de vida de nuestros ancestros paleolíticos. Es posible que la dieta más saludable no sea la dieta mediterránea, sino la dieta altamirana”.

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