miércoles, 14 de junio de 2017

Romance a santa Teresa

El 15 de octubre de 1923 tuvo lugar en Daimiel (Ciudad Real) una velada artístico-literaria con motivo de la fundación de la asociación “Caballeros de Santa Teresa”, habiéndose escogido esta fecha por coincidir en el santoral con la onomástica de santa Teresa de Jesús y haberse cumplido recientemente su centenario.

Siendo Gaspar Fisac Orovio (Doctor en Medicina, Médico del Hospital provincial de Ciudad Real y Médico titular de Daimiel) un hombre de profundas convicciones religiosas (Caballero de santa Teresa y miembro del grupo de “Adoración nocturna”), un consumado periodista (fundador junto a su hermano Deogracias, del diario “El Eco de Daimiel”), y un reconocido poeta (numerosas poesías que, aun no habiendo sido publicadas mas  que en su periódico, le habían granjeado la fama y el aprecio como poeta), fue requerido para dar a conocer en aquella velada un poema dedicado a santa Teresa, el cual fue leído por uno de sus hijos, Rafael Fisac. Se trataba de un romance –que reproducimos a continuación- el cual fue incluido en el libro que se editó en 1924 para recoger todo lo acontecido en esa importante velada y, según reconoció su autor, estuvo inspirado en la lectura de un artículo de Luís León con motivo del “Homenaje a Santa Teresa de Jesús” con motivo de la conmemoración de su beatificación.

Alude en sus versos finales a una tradición según la cual, santa Teresa, de paso hacia el convento de Malagón, paró en Daimiel, ocupando una habitación en la casa que fue del subdelegado de Farmacia, César Cruz Periconi, en cuya fachada existe una placa conmemorativa de ese hecho y cuya habitación se conservó en la misma forma en que se encontraba en aquella época, pues –a pesar de sucesivas remodelaciones de la casa- quiso su dueño que dicha habitación permaneciera intacta.

Bajo el título “Joyas nupciales. Camino de perfección”, este es el texto de aquél romance:

JOYAS NUPCIALES. CAMINO DE PERFECCIÓN

I
Fue Gaspar de Salazar
—admirador de Teresa—
quien mostró a una peregrina
que desde Roma volviera
hasta Granada, el lugar
donde se encontraba aquella:
El lugar era Toledo
y su mansión allí era
de los de Medinaceli
la señorial residencia.
Hallábase consolando
en la más triste dolencia
—en la aflicción del espíritu—
a la señora más buena,
a la hermosa hija del Duque
tan desgraciada cual bella,
que de su esposo y sus hijos
lloraba la eterna ausencia.
Y María de Jesús
díjole a la de Cepeda
que en la Orden primitiva
del Carmelo, la pobreza
absoluta se observaba
cual si fuese la indigencia
puesto que no admitió bienes
que de limosna no fueran.
Lo mismo pensó la Santa
para reformar su Regla,
inspirándose en la Cruz
donde a su esposo contempla
en la mayor desnudez
y en la más grande miseria.

Marchóse la peregrina,
y quedó la Santa nuestra
en la señorial mansión
de los Duques que la hospedan,
donde realiza prodigios
que cual milagros se cuentan...
De su director, Fray Pedro
de Alcántara, llegan letras
en las que aquél varón santo
a la Reforma aconseja
una pobreza absoluta
como el Evangelio enseña...
“Que Él que nos dio su alto ejemplo
consejo también nos diera”.
Oyó la inspirada carta
Doña Luisa de la Cerda,
muy consolada en su llanto
y aliviada en su dolencia
a tal punto que aquél día
se holgó de olvidar sus penas
mostrando a su casta amiga
sus riquísimas preseas.
Reclinándose a su lado,
solazándose con ella
al ver los rayos del sol
quebrarse entre las facetas
de los diamantes y oír
con el choque de las piedras
que de un cofrecito saca,
el ruido que hacen las perlas
al desgranarse el collar
que entre sus dedos se enreda.
Ambas contemplan la carta,
ambas las joyas contemplan,
y ambas levantan los ojos
y sus miradas se encuentran
despidiendo unos fulgores
que pueden fundir las piedras.
¡Resplandor de santidad
que va a iluminar su senda!
¡Camino de perfección
donde va a dejar sus huellas!

II
Algunos años después,
dama de grande nobleza
va acompañando a una monja
por su dilatada hacienda;
que es su feudo el señorío
de Malagón, y sus tierras
son las fértiles campiñas
que aguas cristalinas riegan.
Va la dama alborozada
admirando la belleza
del paisaje, y entre tanto,
la monja suspira y reza...
y queda estática al fin
ante la visión más bella,
ante su esposo, Jesús,
que quiere con su presencia
santificar el lugar
donde la monja lo encuentra.
Doña Luisa era la dama;
la monja, sabéis quién era,
y el lugar de la visión
tan celestial, tan excelsa.
Fue desde entonces Sagrario
donde prisionero queda
en las redes de amor místico
amor de divina esencia.
Fue el Carmelo reformado
por su santa mensajera,
fue un convento, al que acudieron
como palomas sedientas
para abrevarse en las aguas
de la virginal pureza
las aves del palomar
que cuida Santa Teresa.
Guárdanse allí objetos suyos
como inestimables prendas
y aún florece el albo almendro
que fue plantado por ella.
Como en su sitio subsiste
el asiento que eligiera
para dirigir las obras
del Convento, la gran piedra
que cual símbolo perpetuo
de la Piedra de la Iglesia,
en el correr de los tiempos
pregona siempre firmeza.
En esa piedra desnuda
la desnudez se recuerda
del Rey de reyes, Jesús.
¡Bendita quien dio por ella
los rubíes, los diamantes
y las sartas de sus perlas!
¡Y bendita la doctora
que alegró aquella existencia
con fulgores de sus ojos,
con cantares de su lengua!
¡Resplandor de Santidad
que ya ilumina una senda!
¡Camino de perfección
donde va dejando huellas,
en los conventos y libros
que ella alzara y escribiera!
Por eso al honrar su nombre
los pueblos de gozo tiemblan
pensando que se abre el cielo
y los bendice Teresa
en las obras de las artes
y en las artes de las letras.

III
Desde el valle delicioso
donde Malagón se asienta
se divisa la llanura
en donde Daimiel se encuentra:
Háyase en él un Convento
de Carmelitas profesas,
nuevo nido de palomas
de la dulce mensajera
que en Daimiel posó su vuelo
y a donde acuden aquellas.
Y de Daimiel otro timbre
es la casa solariega
donde es fama está la sala
en que se hospedó Teresa.
Ni del tiempo las andanzas,
ni los cambios de viviendas
han logrado destruir
el lugar que se venera
como reliquia preciada
de felicísima fecha;
nadie ha osado variarla,
nadie derribarla intenta,
ella sola vive en medio
de otras salas opulentas...
¿Es milagro? Ya lo veis,
es milagro de pobreza.
Ya que el nombre de la Santa
en los conventos se ostenta
y el pueblo se asocia al júbilo
que hoy embarga a España entera,
que a la vía del progreso
afluya la estrecha senda
—por donde el pueblo camina,—
llevando las manos llenas
de obras de celo por Cristo,
de santidad y pobreza
que son las Joyas nupciales.
de Jesús y de Teresa.

Fuente de información: http://www.bubok.es/libros/244091/Una-lagrima-es-un-beso

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