jueves, 9 de marzo de 2017

Explosión en Arapiles

Cuando era niño me gustaban  mucho los explosivos: los petardos con mecha, los mini cohetes, los “mixtos” que eran unos papelillos con un pedazo de pólvora que al rascarlos espesaban a petardear... y unos nuevos petardos que habían salido que tenía forma de hatillo, en cuyo interior estaba el explosivo y había que estrellarlos con fuerza contra el suelo para que explotaran. Recuerdo que jugábamos muchas veces tirándonos unos a otros estos petardos a los pies y haciéndolos explotar mientras el atacado pegaba un salto más por el susto que por el peligro real.

Un día volvía contento a casa, por la calle Arapiles, con una buena provisión de esos petardos en mi bolsillo. Tan contento iba que caminaba al trote, balanceando los brazos alegre. Pero en uno de esos balanceos, mi mano golpeó el bolsillo y... ¿Boooom! Explotaron todos dentro de mi bolsillo.

La gente se volvió asustada por aquél estruendo y yo aceleré el paso porque sentía un picor no muy sano en mi muslo. Al llegar a casa, el bolsillo había quedado chamuscado y mi muslo lleno de puntitos negros por la explosión. Más que nada sólo fue un susto, pero me hubiera gustado explosionarlos de otra forma.

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