sábado, 11 de febrero de 2017

El día que conocí a un ladrón

Nunca he frecuentado los bajos fondos, pero en una ocasión sí que conocí a un ladrón profesional y hasta salí un par de veces a tomar cañas. Su especialidad era desvalijar cabinas telefónicas y por si no me lo creía un día tuve la ocasión de comprobar que era verdad. Fui a casa de un amigo y me dijo, mira lo que tengo debajo de la cama. Y lo que sacó fue una bolsa de deporte llena de monedas de peseta. No sé cuántas habría pero desde luego muchas, como mucho era lo que pesaba aquella bolsa.

Me explicó que ese conocido ladrón de cabinas le había pedido que le guardase unos días el botín, y mi amigo había accedido aun con riesgo de que sus padres descubriesen lo que había en esa bolsa de deportes y le echasen una bronca monumental. Afortunadamente pudo devolver el botín a su propietario y ya no lo vimos nunca más.

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