miércoles, 28 de diciembre de 2016

El día que me puse flamenco

Ya he comentado la anécdota de mi experiencia con los médicos belgas, cuando me tocó hacer de anfitrión para darles (yo mismo porque todos los demás se escaqueraon) unas charlas científicas y agasajarles con lo que más les gustaba: empanada gallega y vino de Albariño.

También he comentado que para la parte “científica” les preparé una película en video sobre la historia de la investigación y descubrimientos de nuestro laboratorio, video que preparé en francés, porque en Bélgica hablan francés. Pero, para complicarme aún más la vida, mis colegas belgas me dijeron que también iban a venir aquí otros médicos cuya lengua materna no era el francés, sino el flamenco (no el de olé, que se habla en España, sino el que se habla en algunas zonas de Bélgica). Evidentemente, resultaba muy difícil encontrar en Madrid un locutor que hablase flamenco (lo guitarristas y cantantes que trabajan en Madrid en los tablaos flamencos no me valían) así que se ofrecieron a que les enviase el vídeo y ellos harían allí el doblaje.

Total, que no me libré de hacer de anfitrión a los distintos grupos de médicos belgas que fueron viniendo a hacer turismo en España con el pretexto de una visita científica. Eso sí, tengo en mi haber el hecho de que una de mis películas de video se haya doblado al flamenco. Y eso no lo pueden decir muchos.

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