sábado, 5 de noviembre de 2016

Periódico de empresa

Una de mis metas en la recién bautizada Zéneca Farma era la de mejorar la comunicación interna y para ello tenía que borrar del mapa aquél rancio boletín que no interesaba a nadie y sustituirlo por una nueva revista mensual para los empleados. Una revista mensual que conviviría con la revista trimestral, “Noticias del grupo Zéneca” que llevaba tiempo editando con informaciones de todas las empresas del grupo.

Para esa nueva revista, que se llamó “30 días”, contaba con libertad de acción para hacerla “a mi amera” y por lo tanto sin injerencia de los directivos que no tenían que meterse a periodistas sino dejar que un periodista hiciera el trabajo profesional. Habría eso sí, una supervisión general de cada número antes de que se imprimiera, pero –como así se demostró- sólo era una formalidad porque nunca cambiaron nada de lo que allí había escrito.

El primer número de “30 días” salió en abril de 1999 y no me importó que Zéneca Farma tuviera los días contados –puesto que estaba inmersa en un proceso de fusión-; había que seguir trabajando como siempre y no podíamos permitirnos que la incertidumbre del futuro relajase nuestro esfuerzo o nuestra motivación. Pero es que además, precisamente en una situación de ese tipo, se hacía más necesaria que nunca la información constante. Por eso, aquella nueva publicación cumplió su cometido de informar a todos los empleados de Zéneca sobre los detalles y avances del proceso de fusión, al tiempo que mostraba lo que se hacía y –por qué no decirlo- poner en un escaparate a los empleados. Mercedes Muños, por ejemplo, abría ese número, al intervenir como representante de la compañía en una rueda de prensa que organicé en el Colegio de Médicos de Madrid para presentar el nuevo antiasmático Accolate (zafirlukast).

Ese número llevaba un editorial firmado por mí, titulado “Tiempos de cambio” y, entre otras cosas, decía que “a nadie se le oculta la velocidad creciente que todas las cosas de nuestro entorno van adquiriendo. Cambios políticos, empresariales, climáticos, sociales... una espiral en crecimiento constante y acelerado invade todos los ámbitos de nuestra vida.... Los medios de comunicación no escapan a este cambio, antes bien, son protagonistas. La inmediatez de la noticia y su acercamiento a todos los sectores de población no conocen ya barreras. La información es un derecho que todos debemos exigir y cualquier medio puede ser útil para cumplir este fin... La necesidad de informar puntualmente, cuando la noticia está aún viva, nos ha llevado a transformar aquél boletín mensual en un periódico de actualidad, mientras que la revista trimestral abordará con mayor profundidad diversos temas de interés general”. Unas palabras escritas, como digo, en abril de 1999 y que ahora siguen manteniendo toda su vigencia.

Aquél primer número hacía un repaso de nuestra actualidad, como por ejemplo las reuniones celebradas el mes anterior en la fábrica de Porriño para informar a los empleados de los resultados anuales, de la convención de ventas celebrada en Túnez que reunió a 180 personas (el reportaje fotográfico consiguiente captó de inmediato el interés de los lectores que se pasaban y mostraban a todos sus conocidos esa revista en la que ellos parecían), del curso de formación de portavoces que organicé con Inforpress para que nuestros portavoces supieran cómo actuar ante los medios de comunicación cuando fuesen entrevistados, la rueda de prensa para presentar el libro “El ensayo clínico en asma”, en donde históricos de la compañía como Ramón Armengod o Manuel Martín, habían colaborado, así como otras muchas informaciones generales y sobre todo: actuales.

Pero de entre todas las informaciones de aquél primer número me quedo con la que protagonizamos nuestro médico de área, Emilio Pedrosa y yo. Nos habíamos desplazado a Barcelona para organizar una rueda de prensa sobre los resultados anuales de la compañía y lógicamente tuvimos que hablar de los planes futuros y de cómo algunos negocios como Zeneca Resins, Stahl Ibérica, etc., que aún pertenecían al grupo Zéneca, dejarían de hacerlo en el futuro. La anécdota fue que –como consecuencia de aquella rueda de prensa- hubo un medio que publicó que “Emilio Pedrosa y Vicente Fisac se desplazaron a Barcelona para vender algunos de los negocios que hasta ahora pertenecían al grupo Zéneca”. Tuve que explicarle a Emilio y a alguno más, que esos errores forman parte del día a día de los medios de comunicación y que lo que importa de cada noticia es el sentido general de lo que transmite, no un pequeño error en mitad del texto del que sólo se da cuenta el interesado.

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