jueves, 28 de mayo de 2015

País de pena

España es un país de pena, algo que tienen muy presentes todos los extranjeros que lo llaman “Spain”, pronunciándolo de la siguiente manera: “is pain” que significa “es dolor”.

Incluso nosotros mismos, si lo escribimos sin nuestra letra autóctona “ñ” ponemos “Espana”. Dicho despacio suena así: “es pa na”,  o sea, que es para nada, que no vale la pena. Y si juntamos las dos últimas sílabas se leerá “es pana” y la pana no deja de ser una simple tela que precisamente no es muy elegante.

Visto desde arriba, como en la fotografía que ilustra este post, puede parecer un gran país, pero los españoles ya se encargan ellos mismos de demostrarnos lo contrario. Un ciudadano de cualquier país se siente orgulloso de su bandera; un español no. Si un extranjero pone en su casa la bandera de su país (eso es lo que hace prácticamente la totalidad de dichos ciudadanos) se les llama “patriotas”; por el contrario si un español pone la bandera de su país en su casa (casi nadie lo hace) le llaman facha. Un extranjero guarda un respetuoso silencio cuando suena su himno nacional, un español educado dedica esos instantes a hablar con sus contertulios y uno mal educado lo silba. Un extranjero se muestra siempre en público orgulloso de su país y, por supuesto también, del estado, región o localidad donde haya nacido. Un español se muestra orgulloso de la ciudad donde ha nacido pero no del país; los españoles reniegan de ser españoles y se declaran “catalanes”, o “vascos”, o “gallegos”, o... Todos los himnos nacionales tienen una letra que todos sus ciudadanos se saben y corean con orgullo; el himno español es el único mudo, sin letra. Y viendo cómo está el patio, ningún político se ha atrevido nunca a proponer una letra para el himno nacional... porque España no es un país, es un conjunto de “países” enfrentados unos con otros, deseando su independencia... aunque eso sí, recurriendo al Gobierno nacional para que les de más dinero, les haga carreteras, les lleve el AVE, etc.

Fue curioso y patético comprobar cómo sólo ha existido un día, en toda la historia reciente de España, en que los ciudadanos hayan salido con banderas nacionales a la calle orgullosos de portarlas: el día que España ganó el Mundial de Fútbol.

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