miércoles, 22 de febrero de 2012

Insólito partido de fútbol: empate a 8-1


 Hace unos cuantos años organicé un partido de fútbol en el campo del Rayo Majadahonda que resultó ser digno de pasar a los anales de la historia, entre otras cosas por su insólito resultado final: empate a 8-1.

¿Cómo es posible eso? Vayamos por partes. En primer lugar, y para justificarlo, hay que decir que se trataba de un partido amistoso para recaudar fondos para una ONG, concretamente “Médicos del Mundo”, y esa fue la forma solidaria de celebrar el primer año de la recién fusionada AstraZéneca. Es evidente que en un partido “amistoso” y “solidario” no puede haber ni vencedores ni vencidos, de ahí que el resultado final fuese de empate a 8-1.

Pero conozcamos ahora algunos detalles de aquél insólito partido. La selección de “Médicos del Mundo” estaba formada por 21 jugadores en la más amplia acepción de la palabra, es decir “jugadores”. Su entrenador era de postín: Adelardo, el gran e histórico centrocampista del Atlético de Madrid. Sin embargo, ya desde el banquillo, la selección de AstraZéneca era superior: 32 jugadores (la cifra más alta que jamás haya saltado a un campo de fútbol, porque además, todos saltaron al césped y jugaron... bueno, quiero decir, que saltaron al césped y corrieron por ahí. Y en cuanto al entrenador, pues si los otros tenían un entrenador de postín, nosotros tuvimos dos: Pantaleón, una vieja gloria del Real Madrid y Agustín, el que fuera portero del Real Madrid. Incluso en lo que se refiere al cuerpo médico, el equipo de AstraZéneca fue superior con el banquillo más completo que se haya visto jamás en un estadio de fútbol: un médico, una enfermera y un... ¡veterinario!

Desde el primer momento, el equipo de AstraZéneca buscó la portería contraria; otra cosa bien distinta es que la encontrara. Además no abusó nunca de la posesión del balón sino que constantemente se la entregaba con generosidad –como corresponde a un partido amistoso- al equipo contrario. Mientras algunos jugadores daban muestras de su clase, otros eran una pesadilla para el centro del campo rival y algunos eran una pesadilla hasta para sí mismos, y en las bandas se notaba la alegría, no tanto de los gritos de ánimo del público asistente como del aire que dejaban los espacios abiertos para el ataque rival.

En cualquier caso, el partido tuvo dos tiempos bien diferenciados y equilibrados: mientras que en la primera parte los goles caían en la portería de la derecha, en la segunda parte lo hicieron en la de la izquierda.

Pero además del insólito resultado de empate a 8-1 (contar los goles que iban cayendo era realmente difícil si no se disponía de calculadora) el partido se distinguió por otras no menos insólitas características. Por ejemplo, cuando el marcador señalaba 8-0 el equipo de AstraZéneca dio salida a su jugador número 33 (el cual no figuraba en la relación oficial de jugadores para no dar pistas al equipo rival). Con su salida al campo se produjo otro hecho histórico: el jugador más joven que debuta en un partido de fútbol. Se trataba del nieto de Pantaleón, el joven Guillermo, de ocho años, el cual no se acomplejó ni por el resultado ni por la envergadura de los rivales. Cogió el balón, fue sorteando a todos los contrarios que, temerosos, se apartaban a su paso, disparó a puerta y marcó el gol del empate. Ni Pelé debutó tan joven ni tuvo tanto éxito en su debut.

Pero no sólo aquél gol mereció pasar a los anales de la historia, también lo merecía el que marcó Pepe... en propia puerta. Fue el gol más bonito de la tarde y el más largamente ovacionado por el público. Como diría su autor: “le he dado en un escorzo y creo que vale la pena”, explicando después que “el gol lo he metido porque defendía, en realidad era el único que defendía, y eso también tiene su mérito. Para que lo metan ellos, lo meto yo”.

Del entusiasmo de aquél equipo pueden dar fe algunas de las declaraciones realizadas, como, por ejemplo, las siguientes: “estamos disimulando para que se confíen”; “no nos han metido más que cinco, esto es superable”; decían algunos al descanso. Y entre las declaraciones realizadas al final del partido destacamos, por ejemplo, estas otras: “hemos jugado un gran partido”; “creo que tácticamente los entrenadores han fallado, porque tenemos un excelente equipo”; “jamás en mi vida había aguantado 90 minutos viendo un partido, así que esto dice mucho en favor de este encuentro”.

Finalmente, el equipo de AstraZéneca se proclamó subcampeón del torneo y sólo pudo ser superado por el equipo campeón (no había más equipos participantes en dicho torneo).

En honor a los héroes de aquella memorable tarde, reproducimos a continuación la alineación de tan histórico equipo:

Javier “Gigante” Domínguez
Juan Carlos “Atrapagoles” Rodríguez
Ángel Blanco “Gelucho”
José María “Rayo Vallecano” Sánchez Escobar
Zoilo “Zorro” Rodríguez
Francesc “Pulmón” Aldea
Ramón “Diagnóstico” Estiarte
Carlos “Conexión” Barcina
Paco Morales “El hombre radioactivo”
Pepe “Protón” Gutiérrez
Joaquín Rodrigo “El músico del área”
Alberto “Pulverizador” Ceniza
Fernando “Todoterreno” García Martínez
Pepe “Oui” Francés
Ramón “Artista” Velázquez
Alberto “Terminator” Fernández
Zaid Nakhuda “La perla de Oriente”
José Antonio “Tornado” Paniagua
Ricardo “Corazón de León” García
Juanjo “Super-chip” López
Martín “Cazagoles” Costales
José Luis Zalve “El Zalvador”
Javier Nuevo “El debutante”
Carlos López “Super López”
Paco “Fantástico” Lires
Humberto “La Plaga” Bovio
Onofre “Epidemia” Vegazo
Tim Jones “El tigre de Gales”
Jorge “Gallego” González
Ignacio “Financiero” Rodríguez
Fernando “Recursos” Rincón
Fernando García “El expreso de AstraZéneca” 

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